El polémico intento del gobierno mexicano de reemplazar a Santa Claus por Quetzalcóatl

En la historia de México, hay un episodio curioso que nos recuerda el choque entre tradiciones y modernidad. Alrededor de 1930, el gobierno mexicano, con el deseo de eliminar las influencias del capitalismo estadounidense, ideó un plan audaz para sustituir a Santa Claus, un ícono del consumismo, por Quetzalcóatl, la deidad prehispánica venerada por los mexicas. Este intento no solo fue un reflejo de un periodo de búsqueda de identidad nacional, sino que también se convirtió en un experimento cultural que no tuvo el éxito esperado.

La celebración del solsticio a través de los siglos

A lo largo de la historia, diversas civilizaciones han celebrado el solsticio de invierno como un momento sagrado. Por ejemplo, los romanos realizaban el festival de Saturnalia en esta época, una festividad que honraba a Saturno, el dios de la agricultura y del tiempo. Esta celebración, marcada por fiestas y banquetes, culminaba el 25 de diciembre, una fecha que, curiosamente, fue elegida posteriormente para conmemorar el nacimiento de Jesús en el cristianismo. Según el historiador Diarmaid MacCulloch, esta decisión no tiene base bíblica, sino que fue un intento consciente de utilizar el solsticio como símbolo de la luz que trae la figura de Cristo.

De manera similar, en el territorio que hoy conocemos como México, el Imperio Mexica honraba el solsticio con la celebración de Panquetzaliztli, que conmemoraba el nacimiento de Huitzilopochtli, el dios de la guerra y de la luz. Este festival era una mezcla de rituales que incluían batallas ceremoniales y la entrega de ídolos hechos de masa de maíz, mostrando la importancia de la luz y la renovación en la cosmovisión mexica.

El audaz plan del gobierno mexicano

En 1930, bajo la administración de Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, Ministro de Educación Pública, se tomó la inusual decisión de promover a Quetzalcóatl como el nuevo símbolo navideño en lugar de Santa Claus. La intención detrás de esta propuesta era fomentar un sentido de identidad cultural entre los niños mexicanos, resaltando la herencia indígena como una forma de contrarrestar las tradiciones extranjeras. En vísperas de la Navidad, se alentó a los niños a escribir cartas al gran dios emplumado en lugar de al alegre anciano de barba blanca.

Un evento memorable pero polémico

El 23 de diciembre de ese mismo año, el Ministerio de Cultura organizó un evento significativo en el Estadio Nacional de la Ciudad de México, donde se construyó una réplica del templo de Quetzalcóatl. Durante la celebración, la entonces primera dama, Josefina Ortiz, distribuyó juguetes y dulces a los niños en una atmósfera que buscaba revitalizar la conexión con las raíces indígenas. Al final de la ceremonia, se entonó un himno dedicado a Quetzalcóatl, marcando un momento de esperanza para los promotores de esta idea.

La reacción de la sociedad mexicana

Sin embargo, la propuesta no fue bien recibida por la mayoría de la población. En un país donde el 97.7% de las personas se identificaban como católicas, la intervención de una deidad pagana en una celebración cristiana fue considerada un sacrilegio. La idea de reemplazar a Santa Claus con Quetzalcóatl no resonó en los corazones de los mexicanos, y la celebración rápidamente fue olvidada. Lo que pudo haber sido un intento de reinventar la Navidad acabó siendo un recuerdo efímero.

El legado de Quetzalcóatl en la cultura mexicana

A lo largo de los siglos, Quetzalcóatl ha ocupado un lugar preeminente en la mitología mexicana. Reconocido como el gran creador y destructor de las eras cósmicas, su figura representa la dualidad de la existencia y la energía que da vida al universo. Aunque el intento de integrarlo a las festividades navideñas fracasó, su legado perdura en la memoria cultural de México, recordándonos la riqueza de nuestras tradiciones ancestrales.

Hoy en día, la historia de este intento de cambiar a Santa Claus por Quetzalcóatl se presenta como un fascinante reflejo de los esfuerzos por redefinir la identidad nacional en un país en constante evolución. A pesar de que la figura de Santa Claus sigue dominando la Navidad, la figura de Quetzalcóatl permanece como un símbolo de resistencia cultural y de la búsqueda de autenticidad en un mundo globalizado.