El emblemático Obelisco de Buenos Aires, una estructura que ha sido testigo de innumerables celebraciones y eventos históricos, está viviendo una nueva era. Desde su inauguración en 1936, este monumento se ha convertido en el corazón de la ciudad, donde porteños y turistas se reúnen para festejar o protestar. Ahora, gracias a un nuevo ascensor, los visitantes pueden disfrutar de vistas panorámicas que antes solo eran un sueño.
Una joya arquitectónica
Con 67.5 metros de altura, el Obelisco es el símbolo indiscutible de Buenos Aires, comparable al icónico Torre Eiffel en París o a la Estatua de la Libertad en Nueva York. Se localiza en la intersección de la Calle Corrientes, famosa por su vibrante vida teatral, y la Avenida 9 de Julio, conocida como la avenida más ancha del mundo. Este cruce de caminos ha sido escenario de momentos clave en la historia argentina, desde celebraciones hasta protestas. Recuerdo la vez que estuve allí durante la celebración del Mundial, cuando la energía y la emoción fluyeron como nunca antes.
Un mirador para todos
Gracias a la reciente instalación de un ascensor, ahora es posible ascender al Obelisco y obtener una vista de 360 grados de la ciudad. Este nuevo acceso permite a cuatro personas subir en un viaje que dura aproximadamente 55 segundos, lo que equivale a escalar 20 pisos. La última parte del recorrido involucra subir 35 escalones para llegar a un mirador que ofrece una vista espectacular que se extiende desde el Río de la Plata hasta el famoso edificio que lleva el retrato de Eva Perón. ¡Imagina la sensación de estar allí arriba!
Un reto de ingeniería
El proyecto de instalación del ascensor no fue sencillo. Como monumento histórico nacional, el Obelisco no podía ser alterado estructuralmente. Todo el material utilizado para la construcción del ascensor tuvo que pasar por una puerta muy estrecha, lo que representó un desafío importante para los ingenieros. “Todo se fabricó en una planta, se desmontó y luego se volvió a montar en el interior del Obelisco, donde el espacio es reducido”, explica el arquitecto Juan Vacas, quien supervisó la obra. La complejidad del proyecto hizo que fuera un verdadero desafío ingenieril, aunque el resultado vale totalmente la pena.
Una experiencia que ya atrae multitudes
Aún no está abierto al público de manera regular, pero durante la fase piloto, 25,000 personas ya se han inscrito para disfrutar de este nuevo mirador. En mi opinión, es una oportunidad que no se debe dejar pasar. La posibilidad de ver Buenos Aires desde una perspectiva diferente es algo que definitivamente se debe experimentar. A medida que más personas descubran esta nueva atracción, es probable que se convierta en uno de los destinos más populares de la ciudad.
Un símbolo de la cultura argentina
Más allá de su altura y su estructura, el Obelisco es un símbolo de la resiliencia y la cultura argentina. Ha sido el lugar de protestas, celebraciones y momentos de duelo. Desde el último discurso del presidente Raúl Alfonsín en 1983 hasta las conmovedoras homenajes a Diego Maradona, este monumento ha albergado los altibajos de una nación. Personalmente, cada vez que paso por allí, siento una conexión especial con la historia de mi país.
El Obelisco no solo es un punto de referencia; es el latido de Buenos Aires. Y ahora, con la posibilidad de subir y disfrutar de su vista, se convierte en un lugar aún más mágico. No sé tú, pero ya estoy haciendo planes para visitar el mirador. ¿Te animas a unirte?