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Un vistazo al nuevo impuesto mínimo sobre la renta
Recientemente, Brasil ha introducido un nuevo impuesto mínimo sobre la renta de las personas físicas, conocido como IRPFM. Esta medida, impulsada por el gobierno de Lula, busca alcanzar a aquellos contribuyentes que, a pesar de no tener un trabajo asalariado, reciben dividendos de empresas con una carga tributaria muy baja.
La coordinadora del Núcleo de Pesquisas em Tributação del Insper, Vanessa Rahal Canado, ha señalado que este impuesto es un paso positivo hacia una mayor justicia social, aunque también ha expresado su preocupación por la falta de una reforma más amplia en la tributación de dividendos.
¿Quiénes se verán afectados?
El nuevo impuesto tiene como objetivo a aproximadamente 141,4 mil personas que actualmente tributan a una tasa efectiva de solo 2,5% sobre sus ingresos. Este cambio se implementará a partir de 2026, y se espera que genere una recaudación significativa para el gobierno, estimada en R$ 34,12 mil millones.
Sin embargo, la medida también ha suscitado críticas por su complejidad y por la posibilidad de que aumente la carga administrativa sobre la Receita Federal, que deberá gestionar más restituciones y combatir la distribución encubierta de beneficios.
Implicaciones para los inversores y la economía
La propuesta también incluye la retención en la fuente del 10% sobre los dividendos que superen R$ 50 mil mensuales, afectando tanto a contribuyentes brasileños como a inversores extranjeros. Esta medida busca evitar que los accionistas cambien su domicilio para evadir impuestos.
Sin embargo, la implementación de este impuesto ha generado un debate sobre si es suficiente para abordar las distorsiones en la tributación de las rentas del capital en comparación con el trabajo asalariado. Algunos economistas, como Sergio Gobetti, sugieren que esta medida es solo un primer paso y que se necesita una reforma más integral para lograr una tributación equitativa.
Perspectivas futuras
A medida que el proyecto avanza en el Congreso, se espera que surjan más debates sobre su viabilidad y efectividad. La resistencia de algunos sectores políticos podría complicar su aprobación. A pesar de las críticas, el gobierno parece decidido a seguir adelante con esta reforma, que podría marcar un cambio significativo en la forma en que se gravan los dividendos en Brasil. La clave estará en encontrar un equilibrio que promueva la justicia social sin añadir una carga excesiva a los contribuyentes y a la administración fiscal.