El misterio del alcohol estadounidense en Canadá: Impacto de los aranceles

Recientemente, un fenómeno inusual ha surgido en Canadá relacionado con el alcohol estadounidense. Debido a los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, varios gobiernos provinciales canadienses decidieron retirar estos productos de las estanterías de sus tiendas. Ahora se encuentran ante un dilema: ¿qué hacer con un inventario que, además de ocupar espacio, está a punto de caducar?

Las autoridades se ven obligadas a pensar en soluciones creativas para manejar un stock de alcohol estadounidense que se estima en un valor total de 80 millones de dólares canadienses en Ontario. Esta situación representa un desafío no solo logístico, sino también comercial, en un contexto de tensiones entre ambas naciones.

Las consecuencias de los aranceles

En febrero de este año, en respuesta a los aranceles generales que el presidente Trump aplicó a los productos canadienses, la mayoría de las provincias de Canadá decidieron retirar el alcohol estadounidense de sus estantes. Esta acción fue más que un simple movimiento comercial; fue un gesto simbólico para expresar el descontento de Canadá frente a las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Solo Alberta y Saskatchewan, que cuentan con sistemas de venta completamente privatizados, continuaron ofreciendo estos productos en sus mercados.

Soluciones variadas entre provincias

La retirada del alcohol fue solo el primer paso; el verdadero desafío radica en cómo gestionar el volumen de inventario que ahora está en peligro de caducar. Cada provincia ha tomado decisiones diferentes, creando un mosaico de enfoques. Algunas han optado por vender su stock restante y destinar las ganancias a bancos de alimentos, mientras que otras han decidido donar el alcohol a escuelas de hostelería.

En particular, Ontario se enfrenta a una situación crítica con un inventario valorado en 80 millones de dólares canadienses. El ministro de finanzas, Peter Bethlenfalvy, ha indicado que, aunque se espera que algunos productos caducarán pronto, la provincia no tiene planes inmediatos de liquidar su stock. La estrategia de Ontario parece estar centrada en esperar hasta que se alcance un acuerdo comercial que facilite la eliminación de aranceles.

Impacto en las relaciones comerciales

Este boicot no ha pasado desapercibido en Estados Unidos. El embajador estadounidense en Canadá, Pete Hoekstra, ha señalado que esta decisión es una de las razones por las cuales la administración Trump ha calificado a Canadá de “mezquino y desagradable”. En respuesta, el premier de Columbia Británica, David Eby, afirmó que “claramente, nuestros esfuerzos están teniendo impacto”. A medida que las exportaciones de licores estadounidenses a Canadá han disminuido en un 85%, el Consejo de Destilados de Estados Unidos ha expresado su esperanza de que la situación se resuelva pronto para que sus productos puedan regresar a los estantes canadienses.

Tensiones crecientes y estrategias de negociación

En octubre, la situación se tensó aún más cuando Ontario lanzó un anuncio en medios estadounidenses en el que criticaba los aranceles. Este gesto provocó la suspensión de las negociaciones comerciales por parte de Trump, quien respondió con un incremento adicional del 10% en los aranceles a productos canadienses. La intervención del primer ministro canadiense, Mark Carney, quien pidió disculpas a Trump, refleja la delicadeza de las relaciones comerciales entre ambos países.

En este momento, la situación se encuentra en un punto muerto. Mientras algunas provincias liquidan su inventario con fines benéficos, otras, como Ontario, mantienen su stock como una herramienta de presión en futuras negociaciones comerciales. Las botellas de alcohol estadounidense, que permanecen en bodegas canadienses, simbolizan la complejidad de una disputa que trasciende lo comercial y se adentra en el ámbito político y diplomático.

Perspectivas a futuro

A medida que nos acercamos a la revisión del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) programada para 2026, el futuro del comercio entre Canadá y Estados Unidos sigue siendo incierto. La renuncia de la embajadora canadiense en Estados Unidos, Kirsten Hillman, plantea nuevas interrogantes sobre cómo se gestionarán estas relaciones en un contexto de creciente tensión.

La situación del alcohol estadounidense en Canadá es un claro reflejo de las complejas interacciones entre comercio y política. La resolución de este dilema no solo depende de la disposición de ambas naciones para comprometerse, sino también de la capacidad de las autoridades canadienses para manejar un inventario en riesgo de caducarse mientras esperan un cambio en las dinámicas comerciales que puedan beneficiar a ambos países.