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La llegada del fentanilo a Brasil
En los últimos años, el fentanilo ha comenzado a hacerse notar en Brasil, un país que ya enfrenta desafíos significativos en el ámbito de las drogas. Este opioide sintético, que es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, ha sido objeto de preocupación en Estados Unidos, donde ha causado un aumento alarmante en las muertes por sobredosis.
Sin embargo, la llegada de esta sustancia a Brasil plantea un nuevo conjunto de problemas que podrían agravar la crisis de salud pública en el país.
Un opioide de fácil acceso
El fentanilo se presenta en diversas formas, lo que facilita su consumo.
Puede ser inyectado, inhalado o incluso ingerido en forma de pastillas y gomitas. Esta versatilidad, combinada con su potente efecto, lo convierte en una opción atractiva para quienes buscan experiencias recreativas. A diferencia de otros narcóticos, el fentanilo actúa rápidamente, generando una sensación de euforia que dura menos de una hora, lo que puede llevar a los usuarios a buscar dosis adicionales en un corto período de tiempo.
Esta característica incrementa el riesgo de dependencia y sobredosis, convirtiendo al fentanilo en una amenaza inminente.
La respuesta de las autoridades
A pesar de los crecientes informes sobre el uso del fentanilo en Brasil, la respuesta de las autoridades ha sido, en gran medida, inadecuada.
Históricamente, los gobiernos brasileños han mostrado desinterés en abordar la crisis de las drogas, lo que ha permitido que sustancias peligrosas como el fentanilo se infiltren en el país sin un control adecuado. La falta de políticas efectivas de prevención y tratamiento de adicciones deja a la población vulnerable ante esta nueva amenaza.
Sin una intervención oportuna, es probable que Brasil enfrente un aumento en las muertes por sobredosis, similar al que ha experimentado Estados Unidos en los últimos años.