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En un día que comenzó como cualquier otro, la sala de neonatología del Hospital Interzonal General de Agudos Dr. José Penna se convirtió en el escenario de una lucha por la vida. La lluvia torrencial que azotó la región no solo trajo consigo el caos, sino que también puso a prueba la valentía y dedicación de los profesionales de la salud.
Entre ellos, Sonia Scardapane, una médica neonatóloga con más de 20 años de experiencia, se encontró en una situación crítica, enfrentando la creciente amenaza del agua que inundaba la sala donde se encontraba Amely, una bebé prematura de solo 25 días.
La inundación y la evacuación de los bebés
La mañana del 7 de marzo comenzó con un alerta de tormenta, pero nadie imaginaba la magnitud de lo que estaba por venir. A las 4 de la mañana, las lluvias comenzaron a intensificarse, y para cuando Sonia estaba lista para irse a casa, el agua ya había alcanzado niveles alarmantes.
«Nosotros sabíamos que iba a haber alerta. Le prestamos más atención a los cortes de luz por el tema de que hay bebés que usan respirador», recuerda Sonia. Afortunadamente, en ese momento no había bebés conectados a respiradores, pero la situación seguía siendo crítica.
Con el agua subiendo rápidamente, Sonia y su equipo se movilizaron para evacuar a los 16 bebés que se encontraban en la sala. «Había mamás en el primer piso, y una de las enfermeras les avisó que bajaran. Cada mamá fue con su bebé, y los que no tenían a sus mamás quedaban con las enfermeras», explica.
En medio de este caos, Sonia se quedó con Amely, quien pesaba apenas un kilo y necesitaba atención especial.
La lucha por la vida de Amely
La imagen de Sonia sosteniendo el aparato de presión de Amely mientras el agua le llegaba a las rodillas es un símbolo de la lucha y la esperanza. «Amely es una bebé que nació con 900 gramos, prematura. Tuvo muchas complicaciones por eso y la verdad que la peleó, la pelea, porque pasó mil cosas», narra Sonia. Con determinación, la médica empujó la incubadora hacia la salida, iluminándose con la linterna del celular de una enfermera. «Yo le dije a Amely: ‘A ver, pasamos tantas, tantas Amely, vamos a pasar esta otra vez'», recuerda con emoción.
La evacuación fue un esfuerzo conjunto, donde cada enfermera desempeñó un papel crucial. «Si hay algún héroe en esto son esos bebés, esos bebés que la pelean. Ustedes los tienen que ver. Son maravillosos. Tan chiquitos y tan fuertes», enfatiza Sonia, destacando la valentía de los pequeños que luchan por sobrevivir en condiciones adversas.
El impacto de la inundación en el hospital
El Hospital Penna se convirtió en uno de los puntos más vulnerables y afectados por las inundaciones. A pesar de los esfuerzos del personal, el hospital no pudo volver a operar de inmediato. La situación fue devastadora, y Sonia, que había dedicado su vida profesional a ese lugar, se sintió profundamente afectada. «El esfuerzo de tener todas las cosas para atender al prematuro, respiradores de última generación, por ejemplo, y de repente ver que todo eso se perdió, es muy triste», reflexiona.
A pesar de la adversidad, la historia de Sonia y Amely es un testimonio de la resiliencia humana y la dedicación de los profesionales de la salud. En medio de la tormenta, la esperanza brilló a través de la valentía y el amor que se mostró en cada acción. La vida de Amely y de otros bebés fue salvada gracias a la entrega incondicional de quienes se niegan a rendirse, incluso en las circunstancias más difíciles.