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La minería submarina en el punto de mira
Después de más de una década de negociaciones, el futuro del código de minería submarina está nuevamente en la agenda internacional. A partir del 17 de octubre, en Kingston, Jamaica, se reanudarán las discusiones sobre esta normativa crucial que busca regular la explotación de recursos en aguas profundas.
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) ha estado trabajando en este código desde 2014, impulsada por la creciente presión de la industria minera, que ve en estos recursos una oportunidad de negocio sin precedentes.
Un equilibrio difícil entre explotación y conservación
El código tiene como objetivo organizar la extracción de minerales valiosos como el cobalto y el níquel, al tiempo que protege el medio ambiente. Sin embargo, este equilibrio es complicado. Los defensores del océano argumentan que la falta de información científica sobre los ecosistemas marinos hace que la explotación sea arriesgada.
La presión de la industria, representada por empresas como The Metals Company, que planea iniciar la minería en el Pacífico, añade más tensión a las negociaciones.
Desafíos en la implementación del código
Las discusiones actuales se centran en un texto de 250 páginas lleno de desacuerdos y enmiendas.
Emma Wilson, de la ONG Deep Sea Conservation Coalition, ha expresado su escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de 2025. Las entidades interesadas en obtener contratos de minería deben contar con el patrocinio de un Estado, lo que complica aún más el proceso.
Además, la evaluación del impacto ambiental de las actividades mineras es un tema candente, con definiciones de términos clave como «efectos nocivos» que aún están en debate.
La voz de los Estados insulares y la comunidad global
Los Estados insulares del Pacífico, que consideran sagrado el océano, han insistido en la necesidad de proteger el «patrimonio cultural submarino». A medida que las negociaciones avanzan, la comunidad internacional observa de cerca, preocupada por las implicaciones de la minería submarina. La pregunta que queda es: ¿podrán los negociadores encontrar un camino que equilibre el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente? La respuesta podría definir el futuro de nuestros océanos.