En el vibrante paisaje de San Luis Potosí, densas nubes se cernían sobre el terreno exuberante mientras agricultores locales y sus guardianes Wixárika se reunían cerca de una cerca de alambre de púas. En sus tradicionales cocinas de adobe, las mujeres preparaban festines de huevos revueltos, frijoles y tortillas frescas, sabores autóctonos de la región de Wirikuta. Estos manjares serían transportados en una camioneta, destinados a nutrir a aproximadamente 200 personas que se unieron para afirmar su unidad y presenciar un momento crucial en la historia.
Durante los últimos tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas, situado en el desierto sagrado conocido como Wirikuta, han resistido firmemente los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales, denominadas ejidos en México. En un desarrollo significativo en 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador promulgó un decreto que otorgó reconocimiento y protección federal a los sitios sagrados de los pueblos Wixárika, Náayeri, Odam, Audam y Mexikan.
Unidos contra la invasión
El 26 de septiembre, llegó un momento decisivo cuando los miembros del Ejido Las Margaritas tomaron acción para desmantelar una cerca construida ilegalmente que amenazaba con interrumpir su territorio y avanzar sobre un área natural protegida. Esta zona, reconocida por UNESCO, es una ruta de peregrinación vital para el pueblo Wixárika. La cerca había sido erigida por una facción dentro del ejido, que buscaba privatizar secciones de su tierra comunal, lo que generaba preocupaciones sobre posibles desarrollos agroindustriales y mineros.
Marco legal que respalda la acción
Con la presencia de funcionarios agrarios federales y observadores de derechos humanos, comenzó el desmantelamiento. Hombres comenzaron a retirar la cerca, desarmando postes y enrollando el alambre metálico. No se trataba solo de eliminar una barrera; marcaba la primera vez en México que se invocaba el Artículo 59 de la Ley Agraria para proteger tierras ejidales como un ecosistema forestal. Un estudio científico reciente identificó plantas del desierto como peyote, mezquites, nopales y arbusto de creosota como componentes vitales de la cubierta forestal protegida.
Una nueva era de justicia agraria
Este enfoque legal pionero entrelazó la ley agraria, protecciones ambientales y derechos indígenas, estableciendo un precedente nacional. Jonathan Noyola, titular de la Procuraduría Agraria de México, enfatizó: “No se trata de una confrontación, sino de una restauración de la legalidad”.
El acto de retirar la cerca simbolizó unidad y convivencia. Marina Meza de Sincronía Wirikuta articuló este sentimiento: “Desmantelar la cerca es como quitar las barreras que nos separan, permitiendo que todas las criaturas se muevan libremente y fomentando la armonía entre nosotros”.
Colaboración y celebración comunitaria
La reunión comenzó al amanecer en la Casa Ejidal, rodeada de estructuras de adobe. Allí, los miembros de la comunidad compartieron café, pasteles, guantes y cortadores de alambre, reuniéndose gradualmente alrededor de un anfiteatro estilo kiva. El renombrado actor mexicano Daniel Giménez Cacho, un defensor de Wirikuta desde hace tiempo, inició la asamblea invocando elementos espirituales y destacando la importancia de la ocasión.
A medida que se discutían los detalles logísticos, Tunuari Chávez, asesor legal de los ejidatarios, delineó un plan claro. La cerca, que se extendía cinco kilómetros, sería removida y entregada a las autoridades municipales. Alrededor de 60 ejidatarios y simpatizantes participarían en la labor, mientras que otros documentarían el proceso. La presencia de unidades de la Guardia Nacional, con 66 soldados, garantizó la paz y el orden durante la operación.
Un impacto más amplio en los derechos comunales
El convoy de camionetas se dirigió a la zona en disputa, con miembros de la comunidad trabajando diligentemente para recuperar su tierra. Para el almuerzo, los restos de la cerca yacían en pilas organizadas, y la acción avanzaba sin conflictos. Como resumió Chávez más tarde: “No solo retiramos una cerca; desmantelamos las paredes que nos separan”.
Lo que ocurrió en Las Margaritas trascendió una mera disputa local; heraldó un nuevo capítulo para la justicia agraria en México, donde instituciones, agricultores y comunidades indígenas colaboran para restaurar la legalidad en tierras comunales vulnerables.
Durante los últimos tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas, situado en el desierto sagrado conocido como Wirikuta, han resistido firmemente los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales, denominadas ejidos en México. En un desarrollo significativo en 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador promulgó un decreto que otorgó reconocimiento y protección federal a los sitios sagrados de los pueblos Wixárika, Náayeri, Odam, Audam y Mexikan.0
Durante los últimos tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas, situado en el desierto sagrado conocido como Wirikuta, han resistido firmemente los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales, denominadas ejidos en México. En un desarrollo significativo en 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador promulgó un decreto que otorgó reconocimiento y protección federal a los sitios sagrados de los pueblos Wixárika, Náayeri, Odam, Audam y Mexikan.1
Durante los últimos tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas, situado en el desierto sagrado conocido como Wirikuta, han resistido firmemente los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales, denominadas ejidos en México. En un desarrollo significativo en 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador promulgó un decreto que otorgó reconocimiento y protección federal a los sitios sagrados de los pueblos Wixárika, Náayeri, Odam, Audam y Mexikan.2
Durante los últimos tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas, situado en el desierto sagrado conocido como Wirikuta, han resistido firmemente los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales, denominadas ejidos en México. En un desarrollo significativo en 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador promulgó un decreto que otorgó reconocimiento y protección federal a los sitios sagrados de los pueblos Wixárika, Náayeri, Odam, Audam y Mexikan.3