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Ego: la danza contemporánea y la música electrónica se encuentran
La obra Ego, que se estrena el 11 de marzo, es un claro ejemplo de cómo la danza contemporánea puede entrelazarse con la música electrónica para crear una experiencia artística única. Dirigida por Federico Fontán y con el diseño sonoro de Jiva Velázquez, esta pieza aborda temas profundos como la seducción en la adolescencia y la búsqueda de la mirada externa como condición para existir. La obra se presenta todos los martes a las en El Portón de Sánchez, un espacio que se ha convertido en un referente cultural en Buenos Aires.
Un viaje personal hacia la danza
Federico Fontán, oriundo de Banfield, comenzó su trayectoria en el mundo del teatro desde muy joven, pero fue la danza la que realmente capturó su atención. A los 17 años, decidió dedicarse por completo a esta disciplina, formándose en el prestigioso Taller de Danza del Teatro San Martín. Su obra Los cuerpos, que ha sido aclamada tanto a nivel nacional como internacional, refleja su evolución como creador y bailarín. Por otro lado, Jiva Velázquez, nacido en Asunción, Paraguay, también ha recorrido un camino fascinante. Desde pequeño, se destacó en diversas disciplinas deportivas, pero fue la danza la que finalmente lo llevó a formar parte del Ballet del Colón, donde ha brillado como primer bailarín.
La colaboración entre artistas
A pesar de sus trayectorias distintas, la conexión entre Fontán y Velázquez ha dado lugar a una colaboración fructífera. Jiva ha interpretado piezas de Federico y, a su vez, ha compuesto música para algunas de ellas. Esta sinergia se ha visto reflejada en la reciente obra montada en el jardín del Museo Sivori, donde la música electrónica de Jiva complementó la danza contemporánea de Federico. La capacidad de Jiva para crear sonidos que evocan emociones y paisajes sonoros es fundamental para la narrativa de la obra, permitiendo que la danza se exprese de manera más profunda.
La danza como lenguaje emocional
La danza es un medio de expresión que va más allá de las palabras. Federico destaca que la comunicación entre un coreógrafo y un bailarín es esencial, especialmente cuando se trata de transmitir emociones complejas. Jiva, con su experiencia como bailarín, entiende perfectamente las sutilezas del movimiento y puede traducir esas emociones en música. Esta conexión entre danza y música es lo que hace que Ego sea una experiencia tan poderosa y resonante para el público. La obra no solo invita a la reflexión sobre la adolescencia y la búsqueda de identidad, sino que también ofrece un espacio para que los espectadores se sumerjan en un mundo sonoro y visual único.