Efectos de las lluvias extremas en la agricultura de las pampas argentinas: un análisis profundo

Las pampas argentinas enfrentan una situación alarmante. Desde hace meses, la región ha sido azotada por lluvias extraordinarias, transformando caminos en ríos y cubriendo tierras agrícolas bajo una capa de agua. Este escenario catastrófico ha afectado a millones de hectáreas, generando un impacto devastador en la agricultura y la ganadería.

Las intensas precipitaciones, atribuidas en parte al cambio climático, han coincidido con la falta de mantenimiento en infraestructuras rurales, como caminos y canales de drenaje. Además, la paralización de proyectos de obras públicas se arrastra desde hace años.

El impacto en los agricultores y ganaderos

Luciano Macaroni, un ganadero de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, comparte su difícil experiencia: «Tuve que trasladar a mi familia. En marzo, tuvimos que ir al pueblo más cercano para que los niños pudieran asistir a la escuela». Las inundaciones le han obligado a acceder a su propiedad solo a caballo, ya que los caminos permanecen sumergidos. Esta situación se repite entre muchos otros productores en el corazón fértil de la provincia.

Según la Confederación de Asociaciones Rurales, alrededor de cinco millones de hectáreas se encuentran inundadas o inaccesibles debido a la anegación de las vías de comunicación. Macaroni, de 46 años, lamenta que su ganado ha perdido peso por la falta de acceso a forraje, lo que agrava aún más la crisis alimentaria para los animales.

Consecuencias a largo plazo

La situación en 9 de Julio, uno de los distritos más afectados, es de emergencia. Hugo Enríquez, presidente de la sociedad rural local, advierte que la crisis tendrá repercusiones económicas regionales significativas. «Esto impactará en el transporte, los contratistas, la producción agrícola y los proveedores», señala. En lo que va del año, la precipitación en el distrito ha superado los 1,600 milímetros, casi el doble de la media anual.

Solo dos años atrás, esta misma región atravesaba una de las sequías más severas de la historia, que causó pérdidas de aproximadamente 20 mil millones de dólares. La naturaleza parece haber cambiado drásticamente, dejando a los agricultores en un estado de incertidumbre y desesperación.

Cambio climático y su influencia

El ministro de Desarrollo Agrario de la provincia, Javier Rodríguez, sostiene que es evidente que el cambio climático está detrás de este fenómeno. La portavoz del Servicio Meteorológico Nacional, Cindy Fernández, explica que el calentamiento global provoca que haya más vapor en la atmósfera, lo que se traduce en lluvias más intensas. La alcaldesa de 9 de Julio, María José Gentile, enfatiza que ignorar estos cambios es cerrar los ojos ante la realidad.

Las condiciones actuales son propicias para la proliferación de mosquitos, y el olor a agua estancada se ha vuelto común en las carreteras rurales. Muchos caminos, construidos a una altitud inferior a la de los campos circundantes, se han convertido en canales que impiden el acceso a los agricultores. La solución es clara: es necesario realizar obras públicas que incluyan la rehabilitación de caminos, el mantenimiento de canales y la finalización de proyectos estancados desde hace décadas, como el dragado del río Salado, el único drenaje natural de la región.

La necesidad de acción inmediata

El gobierno provincial ha comenzado a avanzar en la realización de obras, pero Rodríguez menciona que la administración nacional ha detenido su parte desde que asumió el presidente Javier Milei en diciembre. «Si no se hubiera interrumpido en 2025, esa sección estaría completa y, sin duda, ayudaría a drenar el agua», afirma Rodríguez.

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad Nacional, ha prometido recursos para abrir caminos y llegar a las familias aisladas, aunque recuerda que el dragado es responsabilidad provincial. Cada administración se culpa mutuamente sin asumir responsabilidades. Raúl Daguerre, un comerciante de ganado, clama por soluciones concretas. En 2025, el sector agroindustrial representó el 58% de las exportaciones argentinas, un pilar fundamental para uno de los principales productores de alimentos del mundo.