Desmitificando la narrativa de progreso en sociedades elitistas

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Las estructuras sociales, incluso aquellas que se presentan como igualitarias, suelen estar marcadas por el elitismo. ¿Te has dado cuenta de cómo los que están en la cúspide de estas jerarquías justifican su éxito? A menudo, lo hacen aludiendo a sus propios méritos o a los de su grupo. Esta narrativa puede sonar convincente, pero es frágil y solo se sostiene mientras la sociedad acepte esta ilusión. Pero, ¿qué pasa cuando la mayoría empieza a cuestionar esos privilegios? La historia nos ofrece algunas pistas.

Desconexión entre élites y la realidad

Durante décadas, en lo que muchos llaman el «mundo desarrollado», hemos visto a algunos capitalizar su supuesta superioridad moral. Sin embargo, la llegada de figuras como Donald Trump ha desafiado esta narrativa, dejando claro que la élite puede perder su atractivo. En Argentina, políticos que se habían presentado como defensores de la democracia han visto disminuir su apoyo a medida que la población se percata de su ineptitud. La administración de Cristina Fernández de Kirchner, que utilizó el miedo a los «capitalistas despiadados» como herramienta de control, ha perdido eficacia frente a la creciente frustración ciudadana.

Con la llegada de Javier Milei a la presidencia, el país comienza a hablar de una buena gestión fiscal. Pero, aquí viene la pregunta del millón: ¿podrán estos líderes demostrar su compromiso con la ética y la transparencia, en lugar de seguir el camino del enriquecimiento personal a costa del Estado? La historia nos enseña que la sostenibilidad de un sistema radica en su capacidad para ofrecer oportunidades reales a todos, no en perpetuar la dependencia de subsidios.

Lecciones de fracasos políticos y económicos

El fracaso de los sistemas comunistas en proporcionar bienestar al pueblo nos recuerda que la desconexión entre los que toman decisiones y la ciudadanía puede ser devastadora. Los líderes que creen que su misión es proteger a la población de los «malos» a menudo terminan fallando, dejando a la sociedad vulnerable al descontento. En países como Francia y Alemania, los gobiernos enfrentan crecientes presiones para atender las preocupaciones de quienes se sienten excluidos del progreso económico, mientras lidian con los desafíos de la inmigración y la integración social.

La incertidumbre económica y la tensión social nos dicen que el futuro podría ser sombrío si las élites no aprenden de los errores del pasado. En el caso de Argentina, a pesar de sus problemas políticos, la nación podría estar mejor posicionada para enfrentar estos retos gracias a sus recursos naturales y a una población que ha aprendido a adaptarse a la adversidad. Esto contrasta con el estancamiento de muchos países del primer mundo, donde los problemas de dependencia del Estado complican aún más la situación.

Acciones concretas para un futuro mejor

Los líderes de hoy deben enfocarse en crear un ambiente donde cada individuo pueda aprovechar al máximo sus habilidades, en lugar de depender de ayudas externas. Es fundamental implementar políticas que fomenten el emprendimiento y el desarrollo sostenible. Los datos de crecimiento deben guiar las decisiones, y los líderes deben estar dispuestos a arriesgarse y hacerse responsables de sus acciones. Quienes han estado en el mundo de las startups saben que el camino hacia el Product-Market Fit (PMF) no es lineal y está lleno de obstáculos. Sin embargo, aprender de los fracasos y ajustar estrategias puede llevar a un éxito a largo plazo.

Esta lección debe resonar en todos los niveles de la política y la economía: la verdadera riqueza de una nación no proviene de la acumulación de poder en manos de unos pocos, sino de la capacidad de cada individuo para contribuir y prosperar en una sociedad que realmente valore sus aportes.

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