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Los riesgos no desaparecen solo porque los ignoremos; al contrario, se vuelven aún más peligrosos. En el corazón de la política económica, gestionar estos riesgos es fundamental, ya que cada decisión implica priorizar ciertos objetivos a expensas de otros. El gobierno de Javier Milei ha decidido enfocarse en un riesgo claro: la inflación. Sin embargo, aunque ha logrado reducirla de manera significativa, hay otras áreas que han quedado descuidadas y que empiezan a acumular riesgos serios que podrían poner en peligro los logros alcanzados.
Una mirada a los números detrás de la estrategia económica
En menos de un año, la inflación en Argentina ha pasado de tasas de doble dígito mensual a menos del 3%. ¿Increíble, verdad? Este cambio ha sido notable, en parte, gracias a una estricta gestión fiscal y monetaria, que ha incluido un superávit primario sostenido y reducciones en el gasto real. Pero, ¡cuidado! Una evaluación más profunda revela que estas cifras no son suficientes para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Aunque la estabilidad macroeconómica y la caída de la inflación son pasos necesarios, no son el final del camino. Con la inflación controlada, otros problemas empiezan a emerger, y si no se abordan, podrían socavar los éxitos actuales.
Riesgos latentes en la política económica
1) Desalineación del tipo de cambio: El uso del tipo de cambio como ancla nominal ha provocado una apreciación real significativa. Esto no solo afecta la rentabilidad de los sectores exportadores, sino que también reduce la competitividad del turismo interno y plantea dudas sobre la capacidad de Argentina para gestionar su deuda en moneda extranjera. Además, esta situación alimenta expectativas de correcciones futuras, lo que puede generar una mayor inercia inflacionaria.
2) Riesgos fiscales: Aunque se ha mantenido el superávit primario, la dinámica cambia a medida que la inflación se moderaba. Esto implica que la gestión del gasto necesita una precisión mayor. Las presiones para aumentar los ingresos de jubilados y empleados públicos son crecientes, lo que pone a prueba la disciplina fiscal del gobierno.
3) Riesgos monetarios: A pesar de que la base monetaria se mantiene bajo control, hay señales de advertencia. El crecimiento de los agregados monetarios podría debilitar el ancla monetaria si no se maneja con cuidado, especialmente en un contexto donde el Tesoro ha comenzado a utilizar fondos depositados en el Banco Central.
4) Riesgos políticos: La estrategia confrontacional del presidente ha comenzado a mostrar sus límites. La oposición ha recuperado iniciativa en el Congreso, lo que plantea dudas sobre la viabilidad fiscal del programa y la capacidad del gobierno para implementar reformas cruciales.
5) Riesgos sociales: El aumento de tarifas y servicios básicos ha superado la inflación promedio, lo que ha comprimido los ingresos disponibles para gran parte de la población. Esta situación, combinada con tensiones políticas, podría reducir el margen para llevar a cabo reformas estructurales.
Lecciones aprendidas y pasos a seguir
La historia económica de Argentina nos enseña que los riesgos pueden desencadenar correcciones disruptivas o, más insidiosamente, un desgaste acumulativo. Un enfoque que priorice la disciplina fiscal y la reducción de la inflación debe ir acompañado de reformas que aborden los desequilibrios subyacentes. Los fundadores y gestores deben recordar que lo que parece ser una virtud puede convertirse en una carga si no se actúa con anticipación.
Las lecciones son claras: es fundamental no solo centrarse en la reducción de la inflación, sino también en crear un entorno económico sostenible que pueda resistir los cambios. Desde el manejo del tipo de cambio hasta la gestión de la deuda, cada decisión debe sopesarse cuidadosamente para evitar que el éxito presente se convierta en una carga futura.
Takeaways accionables para líderes y emprendedores
1. Realiza un análisis continuo de los riesgos en tu modelo de negocio, no te limites a los indicadores de éxito inmediatos.
2. Desarrolla un enfoque proactivo para la gestión de gastos y recursos, anticipando problemas antes de que se conviertan en crisis.
3. Establece canales de comunicación claros y efectivos con todos los grupos de interés para navegar por el entorno político y social.
4. Mantén un equilibrio entre la disciplina fiscal y la inversión en áreas críticas que aseguren el crecimiento a largo plazo.
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