La agricultura en México enfrenta un desafío crítico: el manejo del agua. Esta actividad consume alrededor del 76% de los recursos hídricos del país, un dato preocupante en un contexto donde más de la mitad de este recurso se pierde debido a prácticas ineficientes.
La sobreexplotación de acuíferos, el uso ineficiente del riego y el impacto del cambio climático han intensificado la crisis hídrica. Por ello, es urgente implementar una gestión sostenible del agua para asegurar el futuro alimentario y hídrico de la nación.
Desigualdad en la disponibilidad de agua
La distribución del agua en México es desigual. El norte y el centro, donde se concentra la población y la actividad industrial, cuentan con menos recursos hídricos renovables, mientras que el sureste se beneficia más en este aspecto. Este desequilibrio representa serios retos para la planificación agrícola y el acceso equitativo al agua.
La agricultura depende de una combinación de agua superficial (64%) y agua subterránea (36%). Sin embargo, se estima que entre el 40% y el 65% del agua destinada a la agricultura se desperdicia por fugas, riego ineficiente y evaporación. Esta pérdida es alarmante, especialmente en un país donde la escasez de agua es un tema recurrente.
Impacto de la agricultura intensiva
Las presiones económicas que impulsan la producción agrícola en México son significativas. El auge de cultivos de alta rentabilidad para exportación, como el aguacate, los arándanos y el espárrago, ha llevado a un uso excesivo de agua, especialmente en estados como Jalisco y Michoacán, donde los recursos locales están bajo gran presión.
Asimismo, la ganadería plantea un reto considerable. El cultivo de alfalfa y otros forrajes para alimentar al ganado consume grandes cantidades de agua, a menudo extraída de acuíferos en declive. Esta situación genera un conflicto ético y de recursos, pues se utilizan reservas hídricas nacionales para cultivar productos destinados a mercados internacionales, mientras que los pequeños agricultores y la seguridad alimentaria del país sufren las consecuencias.
Consecuencias de la sobreexplotación de acuíferos
La dependencia de México en el agua subterránea es notable. Se estima que un tercio de la superficie cultivada se riega con acuíferos, de los cuales 115 ya están considerados sobreexplotados. Esto resulta en el descenso de los niveles freáticos, el aumento de los costos de bombeo y la intrusión de agua salina, limitando aún más la disponibilidad de agua para la agricultura y creando un círculo vicioso de escasez.
Desafíos del cambio climático
El cambio climático agrava la crisis del agua en la agricultura mexicana. Las proyecciones indican que los rendimientos de cultivos clave, como el maíz y el sorgo, podrían disminuir más del 40% en áreas dependientes de la lluvia bajo escenarios de altas emisiones. Esta situación no solo impacta a los agricultores, sino que también afecta la economía y la estabilidad social del país.
Los pequeños productores, que dependen de pozos poco profundos, son los más vulnerables ante la disminución de las reservas de agua. Sin recursos para acceder a tecnologías de riego más eficientes, estos agricultores ven amenazados sus medios de vida, lo que contribuye a la pobreza rural y la migración.
Iniciativas para un manejo sostenible del agua
Frente a la gravedad de la situación, el gobierno mexicano ha comenzado a implementar programas para mejorar la eficiencia en el uso del agua. El Programa Nacional de Modernización del Riego busca modernizar más de 200,000 hectáreas de tierras de cultivo e incorporar tecnología que beneficie a 225,000 productores agrícolas.
La sobreexplotación de acuíferos, el uso ineficiente del riego y el impacto del cambio climático han intensificado la crisis hídrica. Por ello, es urgente implementar una gestión sostenible del agua para asegurar el futuro alimentario y hídrico de la nación.0
Innovaciones tecnológicas y prácticas sostenibles
La sobreexplotación de acuíferos, el uso ineficiente del riego y el impacto del cambio climático han intensificado la crisis hídrica. Por ello, es urgente implementar una gestión sostenible del agua para asegurar el futuro alimentario y hídrico de la nación.1
La sobreexplotación de acuíferos, el uso ineficiente del riego y el impacto del cambio climático han intensificado la crisis hídrica. Por ello, es urgente implementar una gestión sostenible del agua para asegurar el futuro alimentario y hídrico de la nación.2



