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La ambición de Europa por convertirse en un actor clave en el transporte descarbonizado está intrínsecamente ligada a su capacidad para obtener litio, especialmente de Sudamérica. Este mineral es fundamental para la fabricación de baterías y otras cadenas de suministro de energía limpia. Pero, ¿está Europa realmente preparada para enfrentar los desafíos que se avecinan y alcanzar sus objetivos de seguridad energética y climática?
Desmontando el mito del suministro de litio
La primera pregunta que surge es: ¿puede Europa competir con China en la obtención de litio? Lamentablemente, la respuesta es un rotundo no. Actualmente, China produce más del 75% de las baterías vendidas a nivel mundial y controla el 70% del procesamiento de litio en bruto. Esto le otorga una ventaja considerable en la cadena de suministro, una brecha que Europa aún no ha logrado cerrar. A pesar de los intentos de cooperación, como los acuerdos bilaterales con países productores como Chile y Argentina, los avances en inversión han sido decepcionantes.
He visto demasiadas startups fallar por subestimar la importancia de asegurar la financiación adecuada y actuar con rapidez. En el caso de Europa, el gasto en proyectos de litio en el extranjero fue de apenas mil millones de dólares entre 2020 y 2023, comparado con los seis mil millones de dólares que China invirtió en el mismo período. Este desbalance no solo es alarmante, sino que pone de relieve la falta de acción tangible detrás de las promesas.
Los números que importan
Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente: la demanda global de litio ha crecido un 30% en el último año, lo que resalta la urgencia de asegurar el suministro. Mientras tanto, las empresas chinas han estado invirtiendo activamente en minas extranjeras, apoyadas por el gobierno y su Iniciativa del Cinturón y Ruta, que ha canalizado más de 21 mil millones de dólares a la minería fuera de sus fronteras en 2024. ¿Y Europa? Parece estar rezagada, sin un camino claro para desarrollar su industria de baterías y minería.
Es crucial entender que la falta de un enfoque estratégico puede permitir que otros actores tomen el control del mercado. En África, por ejemplo, la creciente demanda china ha llevado a Zimbabwe a convertirse en el cuarto mayor productor de litio del mundo. Mientras las empresas chinas parecen tener una clara ventaja al dejar que su dinero hable, Europa se queda atrapada en la burocracia y la inacción.
Lecciones aprendidas y el camino hacia adelante
Para los fundadores y gerentes de producto, aprender de estos errores es vital. La falta de un enfoque claro y decisivo puede resultar en oportunidades perdidas, algo que he presenciado repetidamente en mi trayectoria. La electrificación del transporte en Europa no se puede lograr sin una base sólida de suministro de litio. Por eso, es imperativo fomentar relaciones con los países del «triángulo del litio», que incluye a Chile, Argentina y Bolivia, poseedores de casi la mitad de las reservas mundiales.
Además, debemos preguntarnos: ¿es económicamente viable ayudar a estos países a desarrollar cadenas de suministro completas? Propuestas como la reconciliación del desarrollo local con la exportación de materias primas son pasos en la dirección correcta, pero la pregunta sigue en pie: ¿cuál es el interés real de las empresas en establecer operaciones en estos países si no hay un mercado local que abastecer? Europa no solo debe buscar el litio, sino también fomentar el desarrollo de una industria local que se beneficie de esta transición energética.
Conclusiones prácticas
La electrificación del transporte en América Latina es un factor clave que Europa no puede ignorar. Con niveles de ventas de vehículos eléctricos aún bajos, hay una oportunidad significativa para que las naciones de la región se integren más en la cadena de suministro de litio. Las políticas deben enfocarse en acelerar esta transición, promoviendo la producción local de vehículos eléctricos y estableciendo un mercado robusto que beneficie a todas las partes involucradas. A medida que avanzamos, es esencial que Europa actúe con determinación y visión estratégica para asegurar un futuro sostenible en el transporte descarbonizado.
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