La condena de Cristina Fernández de Kirchner representa un punto de inflexión en su carrera política. La ex presidenta de Argentina, cuyo poder ha disminuido en los últimos años, ahora se enfrenta a un posible encarcelamiento domiciliario y a la prohibición de ocupar cargos públicos. Sin embargo, este nuevo escenario también podría abrir la puerta a un inesperado regreso político.
La caída de una figura política
Durante dos décadas, el kirchnerismo dominó la política argentina. Desde que su difunto esposo, Néstor Kirchner, asumiera la presidencia en 2003, hasta la reciente derrota de su coalición, Unión por la Patria, en noviembre de 2023, la influencia de Kirchner fue indiscutible. Sin embargo, se despidió del cargo con un gobierno fallido, marcado por la gestión de Alberto Fernández.
En 2011, su reelección con un abrumador 54% de los votos fue el pico de su poder. Desde entonces, la trayectoria ha sido descendente. En 2013, su partido sufrió un duro revés en las elecciones legislativas ante el peronista disidente Sergio Massa. En 2015, tuvo que respaldar a un candidato que no deseaba, Daniel Scioli, quien finalmente perdió frente a Mauricio Macri. En 2017, tampoco logró vencer a Esteban Bullrich en la provincia de Buenos Aires. Aunque en 2019 eligió a Alberto Fernández como su sucesor, su gestión terminó siendo un caos político.
Un futuro incierto
Ahora, en 2025, la situación se complica aún más. A pesar de no haber logrado una alianza con su protegido político, el gobernador Axel Kicillof, Fernández de Kirchner decidió pelear por una modesta posición en la legislatura provincial, un movimiento que fue interrumpido por la intervención de la Corte Suprema.
El presidente Javier Milei dejó claro su objetivo: “vencer a Kirchner en las urnas” para “darle el golpe final”. Aunque sus palabras pueden sonar despectivas, hay una lógica política detrás de su deseo. La posibilidad de un regreso kirchnerista podría alimentar la percepción de Milei como un líder fuerte entre aquellos que consideran a Kirchner responsable de los problemas del país.
El dilema de la persecución política
La detención de Fernández de Kirchner no solo reaviva viejas disputas, sino que también la posiciona como una víctima de la persecución política, un relato clásico del peronismo, o como un símbolo de corrupción que merece su condena. Este dilema polariza aún más a la sociedad argentina, que ya enfrenta una falta de consenso en temas críticos, como la economía.
Con un incremento de la inflación y una gestión económica caótica, las posturas políticas se han radicalizado. Mientras que el kirchnerismo propone aumentar la circulación de pesos, los populistas de derecha como Milei ofrecen dólares baratos, ambos caminos llevan a un choque inevitable.
La sombra de la justicia argentina
La falta de confianza en el sistema judicial es palpable. La reciente controversia en torno a la jueza Julieta Makintash, involucrada en el juicio por la muerte de Diego Maradona, ha puesto de manifiesto la necesidad de una reforma en la justicia. La Corte Suprema, que rechazó el recurso de Fernández de Kirchner, dejó muchas preguntas en el aire: si la máxima instancia judicial no revisa casos que afectan los derechos políticos de la principal opositora, ¿qué sentido tiene su existencia?
La situación actual no solo afecta a Fernández de Kirchner, sino que también plantea interrogantes sobre la transparencia de las elecciones en Argentina. En un futuro incierto, su figura seguirá siendo un punto focal en el debate político. La ex presidenta, con la posibilidad de ser vista como víctima o culpable, deja una huella imborrable en la política argentina.