El 30 de noviembre se celebrarán elecciones en Honduras, donde los ciudadanos elegirán a su nuevo presidente y a representantes locales. A medida que se acerca la fecha, el ambiente se torna cada vez más tenso, con acusaciones de fraude y desconfianza hacia las autoridades electorales.
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha manifestado su preocupación por la situación actual en el país, subrayando la necesidad de garantizar la independencia de las instituciones encargadas de supervisar las elecciones. A menos de tres semanas de la votación, el Consejo Nacional Electoral (CNE) enfrenta múltiples desafíos organizativos que podrían afectar la legitimidad del proceso.
El clima político en Honduras
Desde el golpe de Estado de 2009, Honduras ha atravesado períodos de inestabilidad política que han dejado huellas profundas en su institucionalidad. La actual presidenta, Xiomara Castro, ha visto cómo su gobierno se enfrenta a la oposición de varios partidos, que han intensificado sus ataques en medio de la campaña electoral. Esta polarización ha generado un estado de alerta en la población, que recuerda elecciones pasadas manchadas por el fraude electoral.
Los candidatos principales son Salvador Nasralla del Partido Liberal, Rixi Moncada del partido gobernante Libertad y Refundación, y Nasry Asfura del Partido Nacional. Según las encuestas, los tres se encuentran en un empate técnico, lo que añade incertidumbre sobre quién saldrá victorioso.
Desconfianza en el sistema electoral
El ambiente de desconfianza ha crecido después de que el fiscal general, Johel Zelaya, anunciara una investigación sobre una supuesta trama de fraude electoral. Esta situación ha llevado a la OEA a pedir que se garantice la seguridad de los funcionarios electorales y que se respete la autonomía del CNE. La intervención de actores políticos en el proceso electoral ha sido criticada, ya que podría influir en la percepción pública sobre la legitimidad de las elecciones.
Además, la solicitud de las Fuerzas Armadas de Honduras para acceder a las actas de votación ha desatado críticas. Muchos consideran que esto representa una injerencia inaceptable en un proceso que debería ser completamente civil y transparente. El clima de desconfianza se vuelve más alarmante cuando se recuerda que, en elecciones anteriores, como las de 2017, se denunciaron irregularidades que oscurecieron los resultados.
Implicaciones para la democracia hondureña
La situación actual plantea serios riesgos para la democracia en Honduras. La falta de un árbitro independiente y la cooptación de las instituciones por los partidos políticos han llevado a la percepción de que el sistema no es capaz de garantizar un proceso justo. Las tensiones entre las élites políticas distraen de los problemas reales que enfrenta la ciudadanía, como el narcotráfico y la corrupción, que afectan gravemente a la población, donde seis de cada diez hondureños viven en condiciones de pobreza.
Los expertos advierten que la crisis de confianza en las instituciones electorales podría resultar en una mayor participación ciudadana, pero también en un aumento de la violencia política. La situación es especialmente delicada dado que las elecciones no solo definirán al próximo presidente, sino también a 128 diputados y alcaldes que tendrán un mandato de cuatro años.
Una contienda marcada por la tensión
La lucha por la presidencia se desarrolla en un ambiente hostil, donde los ataques entre los candidatos se centran en desacreditarse mutuamente en lugar de presentar propuestas concretas para resolver los problemas que aquejan al país. Esta falta de enfoque en los desafíos reales ha generado frustración entre los votantes, que buscan un liderazgo que realmente atienda sus necesidades.
Con el CNE aún sin adjudicar contratos cruciales para la logística electoral, la OEA ha insistido en que es esencial que las elecciones se realicen en la fecha prevista y bajo condiciones que garanticen la integridad del proceso. La inquietud en la ciudadanía es palpable, y todos los ojos están puestos en el desarrollo de estos comicios, donde la esperanza de un futuro mejor para Honduras se enfrenta a la cruda realidad de la crisis política.

