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Un apagón que deja a millones a oscuras
El pasado viernes, cerca de 10 millones de cubanos se quedaron sin energía eléctrica debido a un fallo en una subestación en La Habana. Este incidente no es un hecho aislado, sino que representa el cuarto apagón total en la isla en menos de seis meses.
La crisis energética que enfrenta Cuba es un reflejo de una profunda crisis económica, donde la falta de inversión y el deterioro de la infraestructura eléctrica han llevado a un colapso inminente del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Las raíces de la crisis energética
Desde mediados del año pasado, la situación del SEN se ha vuelto crítica. La infraestructura eléctrica de Cuba, que ha estado bajo control estatal desde 1959, sufre de una crónica falta de financiamiento y mantenimiento. Las siete centrales termoeléctricas del país, que son la columna vertebral de la generación de energía, presentan frecuentes averías y un déficit de inversión que se ha vuelto insostenible.
Según el Ministerio de Energía y Minas, el déficit de generación alcanzó el 42% de la demanda en el momento de mayor consumo, lo que pone de manifiesto la fragilidad del sistema.
Impacto social y económico de los apagones
Los apagones no solo afectan la vida cotidiana de los cubanos, sino que también tienen un impacto devastador en la economía del país. En 2023, la economía cubana se contrajo un 1,9%, y las proyecciones para el futuro no son alentadoras.
La falta de electricidad afecta a los negocios, la producción agrícola y el turismo, un sector que se había visto como una posible salvación económica. Además, el descontento social ha crecido, y los apagones han sido un catalizador para protestas masivas en los últimos años, reflejando la frustración de una población que lucha por sobrevivir en medio de la crisis.
La búsqueda de soluciones a largo plazo
El Gobierno cubano ha intentado implementar soluciones temporales, como el alquiler de centrales flotantes, pero estas medidas no abordan el problema de fondo. Se estima que se necesitarían entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para revitalizar el SEN, una inversión que actualmente está fuera del alcance del Estado. Mientras tanto, la población sigue sufriendo las consecuencias de un sistema eléctrico que no puede satisfacer sus necesidades básicas.