En un contexto donde el presidente Donald Trump afirma que Argentina está ‘luchando por su vida’, es necesario señalar que este país sudamericano no es el único que enfrenta realidades sombrías. Prácticamente todas las naciones, incluida Estados Unidos, se encuentran amenazadas por peligros que podrían llevarlas a la extinción.
Uno de los desafíos más desalentadores es el drástico descenso en las tasas de natalidad. A menos que se produzcan cambios significativos en las tendencias demográficas en un futuro cercano, muchos países podrían seguir a Argentina en un camino incierto hacia la desaparición.
Países en peligro por la baja natalidad
El primer grupo que enfrenta esta crisis demográfica incluye a Corea del Sur, Japón y China, donde cada nueva generación es significativamente más pequeña que la anterior. En términos concretos, esto significa que por cada nieto, hay cuatro abuelos. Esta realidad es a menudo ignorada por quienes creen que China se convertirá en la potencia mundial sin considerar las implicaciones de su población en declive.
Siguiendo a estos países asiáticos, muchas naciones europeas, junto con otras como Argentina, se encuentran a la zaga. La única nación avanzada que parece tomar en serio la idea de multiplicarse es Israel, cuyo índice de natalidad supera el nivel de reemplazo. Este hecho augura un futuro más prometedor para el estado judío, que ya es el más poderoso en Oriente Medio y disfruta de un nivel de vida superior al de muchos países europeos.
El cambio de percepción sobre la demografía
Históricamente, la demografía fue vista como una obsesión malsana por parte de sectores conservadores que deseaban aumentar el tamaño de sus ejércitos. Sin embargo, hoy en día, incluso gobiernos de tendencia progresista están advirtiendo sobre la necesidad de aumentar la tasa de natalidad; de lo contrario, el futuro colectivo se vislumbra sombrío. Los planes de pensiones, diseñados en épocas donde la procreación era la norma, están al borde del colapso.
Las reformas en este ámbito, como las propuestas por el presidente francés Emmanuel Macron, enfrentan una feroz resistencia, incluso por parte de las generaciones más jóvenes. En Europa, existía una creencia generalizada de que la baja natalidad podría ser compensada mediante la inmigración de personas de naciones en desarrollo, lo que se suponía facilitaría el equilibrio demográfico. Sin embargo, muchos inmigrantes han creado comunidades que se resisten a integrarse a la cultura del país receptor, generando tensiones sociales en naciones como el Reino Unido, Francia y Suecia.
El futuro incierto de la civilización occidental
En este contexto, prevalece un temor generalizado de que la civilización occidental ha llegado a un punto crítico. Con el paso del tiempo, las sociedades que muestran poco interés por su propio futuro y que son bombardeadas por narrativas que desprecian su pasado, como ocurre en muchos países de habla inglesa, no pueden esperar prosperar. La falta de interés en la natalidad es un síntoma significativo de esta crisis.
Nuevos movimientos políticos han surgido, frecuentemente catalogados como ultraderechistas, impulsados por la sensación de que el orden progresista ha fracasado y que es momento de regresar a los valores tradicionales. Estas agrupaciones ven la solución en una vuelta a épocas en que el orgullo nacional y los roles de género eran más definidos, rechazando la confusión actual en torno a las identidades de género.
Una respuesta reactiva a la crisis
Se anticipa que muchos de estos movimientos ganarán poder en Europa, similar a cómo el movimiento de Trump ha prosperado en Estados Unidos. Sin embargo, es probable que las soluciones que proponen no sean tan efectivas como se espera. Gran parte de los problemas actuales se atribuyen a los avances tecnológicos, que eliminan empleos rutinarios y benefician a una minoría que se adapta a los cambios.
La llegada de la inteligencia artificial podría acelerar esta transformación, clasificando a las personas de manera más sistemática y condenando a muchos a depender del bienestar social. A medida que el mundo enfrenta estas realidades, es crucial reflexionar sobre el futuro de las naciones y sus poblaciones.



