Recientemente, el Gobierno japonés ha revelado proyecciones alarmantes sobre los efectos que podría tener un fuerte terremoto en Tokio. Este evento sísmico, que podría alcanzar una magnitud de 7 en la escala de Richter, tendría su epicentro en el sur del centro de la ciudad. Se anticipa que los temblores alcanzarían una intensidad de 6 o superior en un amplio radio alrededor del epicentro. Las cifras son inquietantes: en el peor de los escenarios, hasta 18,000 vidas podrían perderse, con un impacto especialmente severo en Tokio, Kanagawa, Saitama y Chiba.
Además de la trágica pérdida de vidas, el impacto económico se proyecta en unos asombrosos 83 billones de yenes. Este desastre natural podría poner a prueba no solo la infraestructura de la ciudad, sino también la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia y la resiliencia de la población.
El peor escenario posible
Imaginemos un terremoto golpeando la ciudad en una fría tarde de invierno, alrededor de las 18:00 horas, cuando muchas personas regresan a casa. Con vientos de hasta 8 metros por segundo, el riesgo de incendios provocados por el sismo aumentaría. Afortunadamente, gracias a las medidas anti-sísmicas implementadas en las viviendas y la adopción de interruptores automáticos, se prevé que el número de edificios completamente destruidos o incendiados sea un 30% menor que en las estimaciones anteriores de 2013. Sin embargo, esto aún representaría la pérdida de aproximadamente 400,000 estructuras.
Consecuencias en la infraestructura
Se estima que de los edificios afectados, 110,000 serían destruidos por el movimiento sísmico y 270,000 sufrirían daños por el fuego. Las proyecciones de víctimas mortales son igualmente sombrías, con 5,300 muertes por colapsos y 12,000 por incendios. Además, se estima que entre 16,000 y 41,000 muertes podrían estar relacionadas con el desastre, aunque no directamente vinculadas a los derrumbes o incendios.
Impacto en servicios básicos y comunicación
Tras el desastre, es muy probable que se produzcan cortes de electricidad que afectarían a cerca de 16 millones de hogares y edificios. Este apagón sería consecuencia del cierre de centrales térmicas en la bahía de Tokio y de los daños en los postes de electricidad y otras instalaciones. La falta de electricidad no solo afectaría la iluminación y los electrodomésticos, sino que también tendría repercusiones en la comunicación.
Desafíos en la comunicación
Se anticipa que alrededor del 50% de los teléfonos fijos en cuatro prefecturas se verían comprometidos. Por otro lado, los teléfonos móviles podrían sufrir interrupciones, ya que hasta el 50% de las estaciones base en estas áreas podrían dejar de funcionar por la falta de energía y los daños en las líneas de comunicación. La conectividad a internet también podría verse afectada, especialmente si los sistemas de energía de emergencia en los centros de datos no son suficientes para mantener su funcionamiento.
Escasez de agua potable
La posibilidad de que las plantas de purificación de agua y las estaciones de bombeo sufran daños podría dejar a 14 millones de personas sin acceso al agua potable. Además, los problemas en las plantas de tratamiento de aguas residuales complicarían aún más la situación. La recuperación de estos sistemas esenciales podría extenderse por más de un mes, ya que la falta de personal calificado, equipos y materiales necesarios para las reparaciones sería un obstáculo significativo.
Un gran terremoto en Tokio no solo significaría una catástrofe en términos de vidas humanas, sino que también tendría repercusiones duraderas en la infraestructura y en la calidad de vida de millones de personas. Las estimaciones del Gobierno subrayan la importancia de la preparación y la inversión en medidas preventivas para mitigar el impacto de tales desastres.



