La reciente advertencia del Departamento de Estado de EE.UU. sobre la violencia en México ha vuelto a poner sobre la mesa un tema muy delicado: los aranceles a productos mexicanos. ¿Te suena familiar? Este debate no es nuevo, pero ahora, con recortes presupuestarios en seguridad y un aumento desmedido de la violencia, se nos presentan preguntas que incomodan y preocupan sobre la efectividad de las estrategias actuales.
Un contexto complejo
Desde hace tiempo, la administración Trump ha utilizado la retórica de la seguridad como excusa para aplicar aranceles a México. Sin embargo, la realidad es que los recortes en el presupuesto de seguridad del Gobierno mexicano para 2025 podrían poner en jaque su capacidad para enfrentar el crimen organizado. De hecho, un informe reciente del Departamento de Estado señala que, a pesar de los esfuerzos de la presidenta Claudia Sheinbaum, la situación sigue siendo crítica. ¿Qué más se puede hacer?
Los datos son claros: México se ha convertido en la principal fuente de fentanilo ilícito que afecta a EE.UU. En 2024, la situación fue tan alarmante que se justificó la intervención del gobierno estadounidense. Este es un claro indicador de que las políticas implementadas hasta ahora no han dado los resultados esperados. ¿Nos estamos preguntando lo suficiente sobre lo que realmente está funcionando?
Las consecuencias de la violencia y la falta de recursos
En Sonora, la Secretaría de Seguridad Pública ha iniciado campañas para disuadir a los jóvenes de involucrarse en actividades delictivas. La campaña “¡No te alucines! Te espera una vida mejor” busca visibilizar las consecuencias negativas de estas acciones, no solo en la vida de los adolescentes, sino también en cómo se percibe a México en el extranjero. Pero, ¿realmente estas iniciativas son efectivas si la raíz del problema—la violencia y la impunidad—no se aborda de manera adecuada?
La relación entre la política interna y las decisiones externas es más crítica que nunca. La falta de inversión en seguridad y la incapacidad de contener la violencia afectan directamente las decisiones comerciales de EE.UU. Un país que no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos tendrá dificultades para mantener relaciones comerciales sólidas y sostenibles. ¿Estamos dispuestos a arriesgarlo todo por no enfrentar la realidad?
Lecciones aprendidas y caminos a seguir
Las experiencias de otros países que han enfrentado situaciones similares nos enseñan que la solución no está en la imposición de aranceles, sino en fortalecer la cooperación bilateral. La lucha contra el crimen organizado necesita un enfoque integral que contemple no solo la seguridad, sino también el desarrollo económico y social. Esto implica invertir en programas de prevención y recuperación que ataquen las causas subyacentes de la violencia.
Además, es fundamental que los líderes de ambos países comprendan que la seguridad y el comercio son interdependientes. Ignorar las condiciones que fomentan la violencia solo alimenta un ciclo de desconfianza que perjudica a ambos lados de la frontera. ¿No es hora de cambiar el rumbo?
Conclusión
La situación actual entre México y EE.UU. resalta la necesidad de adoptar un enfoque más estratégico y menos reactivo frente a los problemas de seguridad. Las decisiones que tomamos hoy no solo afectan la relación bilateral, sino que también impactan en la vida de millones de personas. Es momento de replantear las estrategias y buscar soluciones que promuevan la estabilidad y la prosperidad compartida. ¿Estás listo para ser parte del cambio?