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La CGT y su respuesta a la presión gubernamental
La Confederación General del Trabajo (CGT) se encuentra en una encrucijada. Tras el polémico discurso de Javier Milei en Davos, las balas comenzaron a entrarle al Gobierno, y la presión interna por «jugar a la política» se intensificó. La decisión de la CGT de convocar un paro general para el 10 de abril refleja un descontento creciente entre los dirigentes, quienes critican las restricciones impuestas a los aumentos salariales en las paritarias. Este clima de tensión se ha vuelto palpable, con figuras como Hugo Moyano expresando su malestar.
Divisiones internas y estrategias de liderazgo
Las conversaciones reservadas entre los líderes de la CGT han revelado diferencias significativas sobre cómo manejar la confrontación con el Gobierno. Mientras algunos abogan por una postura más dura, otros prefieren mantener un diálogo abierto con la administración. La propuesta de Luis Barrionuevo de adelantar las elecciones para la nueva conducción de la central ha generado un debate interno sobre la conveniencia de una dirección colegiada versus un liderazgo más centralizado. Esta discusión es crucial, ya que la dirección que tome la CGT podría influir en su capacidad para negociar con el Gobierno y responder a las demandas de los trabajadores.
El impacto de la situación económica en la CGT
La situación económica del país ha exacerbado las tensiones dentro de la CGT. Con despidos y cierres de empresas en aumento, los sindicatos que representan a los sectores más afectados están presionando por una respuesta más contundente. La marcha de los jubilados, que culminó en incidentes y represión, ha reavivado el clamor por una acción más decidida. En este contexto, la CGT debe equilibrar las urgencias de sus diferentes sectores, desde los más combativos hasta aquellos que buscan mantener una relación más conciliadora con el Gobierno. La diversidad de intereses dentro de la central podría complicar la unidad necesaria para enfrentar los desafíos actuales.
