El fútbol posee una capacidad única para unir a las personas, especialmente en momentos de tensión y miedo. Recuerdo claramente un episodio aterrador que viví en un tren rumbo a Chatham. Había aproximadamente media hora hasta llegar a mi destino cuando un grupo numeroso de aficionados irrumpió en el vagón. Aunque no puedo recordar la parada exacta donde subieron, la imagen de sus rostros, sus gritos y sus bufandas agitándose me llenó de temor.
El bullicio cesó de repente y uno de los más grandes del grupo se acercó a mí. Su aspecto era intimidante: cabeza rapada, múltiples tatuajes, y una forma de hablar que incluía escupitajos. Repitió una frase que, en ese momento, no lograba entender. A medida que se acercaba, mis pensamientos se desbordaban: “Joven español, atacado por skinheads en las afueras de Londres”. Finalmente, su pregunta quedó clara: “¿Eres aficionado del Millwall?”
La inesperada salvación del fútbol
En un instante, todo cobró sentido. Las camisetas y bufandas que llevaban eran del Gillingham, y su odio por el Millwall era conocido. Había tenido lugar un partido reciente entre ambos equipos, y, por alguna razón, pensaron que yo era un aficionado de “los leones”. Sabía que debía reaccionar, pero las palabras no fluían. Logré balbucear: “No. Yo… Español… Barcelona… Barça.” Su reacción fue sorprendente: retrocedió un paso y comenzó a pronunciar el nombre de mi equipo como si fuera un mantra: “¡Barça, Barça, Barça!”
Aquel hombre, que en un principio me asustaba, se transformó en un aliado. Me abrazaron y, aunque sus golpes parecían amistosos, no podía dejar de sentirme vulnerable. Cuando el tren finalmente se detuvo, me apeé sin mirar atrás, convencido de que había sobrevivido a una situación peligrosa gracias a mi amor por el fútbol. La historia que viví ese día aún provoca en mí un escalofrío, como un recordatorio del poder que el deporte tiene sobre nosotros.
El poder del fútbol en situaciones críticas
Una experiencia similar vivió el autor vasco Galder Reguera, quien, a los diecinueve años, pasó un año en Irlanda. Al igual que yo, se encontró en una situación tensa cuando un grupo de jóvenes, todos vestidos con camisetas del Arsenal, lo rodeó. Con un dominio limitado del inglés, su única defensa fue balbucear: “Lo siento. No hablo inglés.” Sin embargo, la pasión por el fútbol lo rescató, y al recitar los nombres de los defensores del Arsenal de esa época, forjó una conexión inesperada. La noche terminó en celebración, transformando el miedo en amistad.
En su obra más reciente, Reguera se plantea por qué el fútbol es tan fundamental en nuestras vidas. Para quienes encontramos en el fútbol una manera de explicarnos a nosotros mismos, la respuesta es clara. Su recopilación de textos trasciende el ámbito deportivo, explorando cuestiones filosóficas a través de un enfoque personal y reflexivo. Como él mismo dice, su narrativa se centra en la mirada de los niños hacia los adultos y viceversa, revelando los miedos que persisten a lo largo de la vida.
La conexión emocional a través del fútbol
La conexión emocional que generamos con el fútbol no solo se limita a los momentos de alegría o tristeza por los resultados. Para muchos de nosotros, cada partido o campeonato está entrelazado con momentos significativos de nuestras vidas. Como dice Cuco Ziganda, el simple hecho de recordar un partido puede evocar recuerdos de felicidad y melancolía. La idea de que los miedos infantiles nunca desaparecen completamente, sino que se transforman, es un concepto intrigante que invita a la reflexión sobre nuestra evolución personal.
Fútbol y comunidad
Las conversaciones en torno al fútbol son, en cierto modo, un reflejo de cómo los pájaros cantan para recordarse unos a otros. En un almuerzo con un amigo inglés, por ejemplo, una simple mención de un equipo puede desatar una conversación apasionante. Hablar de jugadores y partidos pasados crea un sentido de comunidad que va más allá de la superficie. Se establece un vínculo entre aquellos que comparten la misma fascinación por el deporte.
El fútbol, por tanto, no es solo un juego; es un lenguaje universal que conecta a las personas en diversas circunstancias. Desde aquellos que comparten la pasión por un equipo hasta los que encuentran consuelo en las historias que el deporte ofrece, el fútbol nos recuerda que, a pesar de los desafíos, siempre hay un espacio para la esperanza y la camaradería.


