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Las precipitaciones torrenciales en la Ciudad de México han puesto en jaque a su aeropuerto internacional, obligándolo a cerrar operaciones en varias ocasiones en un corto lapso de tiempo. Este fenómeno no solo afecta la logística del transporte aéreo, sino que también plantea interrogantes sobre la resiliencia de nuestras infraestructuras urbanas ante condiciones climáticas extremas. ¿Cuántas veces más tendremos que enfrentarnos a esto?
La cruda realidad de los números
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha tenido que cerrar sus puertas por lluvias en al menos dos ocasiones en tres días. Esto ha llevado a cancelaciones y retrasos significativos en los vuelos. Según reportes, 16 vuelos fueron desviados, tres cancelados y 120 sufrieron demoras, afectando a un total de 19,500 pasajeros. Pero, al analizar más a fondo, los números son aún más preocupantes: el portal de seguimiento de vuelos FlightAware reportó 29 cancelaciones y 17 vuelos retrasados, siendo Aeroméxico la más afectada con 41 de esos vuelos. ¿Estamos realmente preparados para manejar estas crisis?
Estos datos nos cuentan que no es solo un problema aislado; es un síntoma de un sistema que no está preparado para eventos climáticos extremos. La lluvia acumulada de 84 mm en un solo día, la más alta desde 1952, debería ser un llamado de atención: nuestra infraestructura necesita mejoras significativas para evitar que estas situaciones se repitan.
Lecciones de fracasos pasados
He visto demasiadas startups caer en la trampa de la falta de preparación. Es crucial destacar que la gestión del riesgo es esencial. Aeroméxico, que sufrió 76 cancelaciones y 79 retrasos, ha instado a las autoridades a tomar medidas para garantizar la funcionalidad del aeropuerto. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo una planificación adecuada y una inversión en infraestructura pueden prevenir crisis futuras. La falta de un enfoque proactivo puede llevar a situaciones caóticas que afectan a miles de personas.
En mi experiencia, he aprendido que el enfoque en la sostenibilidad y la adaptabilidad son fundamentales. Las aerolíneas y los operadores de aeropuertos deben trabajar juntos no solo para reaccionar ante los desastres, sino también para anticiparse a ellos. Implementar tecnologías de monitoreo del clima y sistemas de gestión de emergencias puede ser la diferencia entre una operación fluida y un colapso total. ¿No deberíamos estar haciendo esto ya?
Acciones a considerar para los fundadores y gerentes de producto
Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente a la que se presenta en los medios. No se trata solo de volar aviones; se trata de entender el ecosistema en el que operamos. Para los fundadores y gerentes de producto, es vital considerar cómo sus decisiones impactan en la infraestructura y el servicio al cliente. Invertir en tecnología que permita una mejor previsibilidad y respuesta ante situaciones climáticas adversas debería ser una prioridad. ¿Estás considerando esto en tu estrategia?
Además, es esencial evaluar el churn rate y el LTV de los clientes afectados. ¿Cómo se recuperarán las aerolíneas y el aeropuerto de esta crisis? Las acciones correctivas deben ser ágiles y basadas en datos, para restaurar la confianza del cliente y minimizar el burn rate en situaciones de crisis. Aquí hay una oportunidad clara para aprender y mejorar.
Conclusiones prácticas
La situación del aeropuerto de la Ciudad de México es un claro llamado a la acción para todos en la industria del transporte aéreo. Las lecciones aprendidas de este evento deben ser utilizadas para fomentar un cambio real. La resiliencia no es solo un concepto; debe ser una estrategia integral que aborde la infraestructura, la gestión de crisis y, sobre todo, la experiencia del cliente.
Al final del día, la clave para el éxito radica en no solo reaccionar a los problemas, sino en anticiparse a ellos. Las empresas que aprendan a adaptarse y a innovar en tiempos de crisis serán las que prosperen en el futuro. Este es un mensaje que todos los fundadores y gerentes de producto deben tener presente: ¡el futuro está en nuestras manos!
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