En un giro inesperado y polémico, el Ministro de Justicia de Argentina, Mariano Cúneo Libarona, anunció la eliminación de 13 programas implementados por el anterior Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Esta decisión ha desatado un torrente de reacciones en un país que, como muchos saben, ha luchado durante años por la equidad de género y los derechos de las minorías. La eliminación de iniciativas como MenstruAR, diseñada para proporcionar productos de higiene menstrual, ha sido calificada de «absurda» por Cúneo Libarona, quien argumenta que estos programas carecían de un impacto real y de mecanismos de evaluación.
Programas eliminados y sus implicaciones
Entre los programas que han sido desmantelados se encuentra el MenstruAR, que tenía como objetivo garantizar el acceso a productos de higiene menstrual. La decisión de cerrar este programa ha sido recibida con preocupación, ya que la falta de acceso a estos productos afecta gravemente a la salud y educación de miles de jóvenes argentinas. De hecho, UNICEF ha advertido que muchas adolescentes se ven obligadas a faltar a la escuela durante su período debido a la falta de recursos, lo que perpetúa la desigualdad. ¿Cómo puede un gobierno desestimar la importancia de la higiene menstrual? Es una pregunta que muchos se hacen.
La lucha contra la violencia de género en peligro
Otro programa clave que ha sido cerrado es el destinado a apoyar a las familias de víctimas de violencia extrema por razones de género. Este plan ofrecía asistencia económica, apoyo psicológico y orientación legal, entre otros servicios. La eliminación de este apoyo ha dejado a muchas familias vulnerables y expuestas a un sistema que, según muchos, ya era insuficiente para enfrentar la violencia de género. Según el Observatorio Lucía Pérez, al menos 102 femicidios han sido registrados en 2025, lo que pone en evidencia la urgencia de mantener y fortalecer estos programas.
Reacciones y controversias
Las reacciones a esta decisión no se han hecho esperar. Organizaciones de derechos humanos y feministas han alzado la voz, denunciando que estos cambios son un retroceso en la lucha por la igualdad de género. La crítica se centra en la falta de consideración hacia las necesidades de las mujeres y las minorías, que ya enfrentan numerosas barreras en su vida cotidiana. Personalmente, creo que es fundamental que la sociedad esté alerta ante estos cambios y exija a sus representantes que prioricen los derechos humanos por encima de las ideologías políticas.
Un futuro incierto para los derechos de género
La eliminación de programas que apoyan a personas travestis, transexuales y transgénero también ha sido motivo de preocupación. El Programa de Fortalecimiento del Acceso a Derechos para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero proporcionaba asistencia financiera a aquellos que no contaban con un empleo formal, un apoyo crucial en un contexto donde la discriminación laboral es una realidad diaria. ¿Qué significa esto para el futuro de las políticas de diversidad en Argentina? Preguntas y más preguntas rondan en el aire, y la incertidumbre se siente palpable.
La necesidad de un cambio de enfoque
Es evidente que el cierre de estos programas no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino que envía un mensaje muy claro sobre las prioridades del nuevo gobierno. La percepción de que estos programas eran meramente «ideológicos» ignora las necesidades reales de la población. Como alguien que ha estado involucrado en iniciativas sociales, me parece crucial que se escuchen las voces de quienes realmente se ven afectados por estas decisiones. La lucha por los derechos de género es un camino largo y complicado, y cada paso hacia atrás es un golpe duro para quienes han estado luchando por la igualdad.
Reflexiones finales
En resumen, el cierre de estos programas en Argentina marca un capítulo preocupante en la historia de los derechos de género y diversidad. Las decisiones gubernamentales deben ser guiadas por la empatía y la comprensión de las realidades que enfrentan las personas en su vida diaria. Sin embargo, la historia no termina aquí. La movilización social y el activismo son más necesarios que nunca. ¿Estaremos a la altura del desafío? Solo el tiempo lo dirá.
