Desde mis años de infancia, uno de los sabores que más recuerdo es el de Boing!, una bebida que acompañaba casi todos los momentos de la vida diaria. Este jugo se encontraba en las loncheras, complementaba nuestros tacos favoritos y siempre estaba presente en reuniones familiares. En aquellos días, antes de que comprendiera los efectos negativos de los productos plásticos, el ritual de verter Boing! en una bolsa de plástico era un acto de diversión y nutrición que definía toda una época.
Recientemente, al enterarme de que Boing! podría desaparecer debido a una legislación que aumentaba el precio de las bebidas azucaradas, sentí una profunda tristeza. Esta noticia no solo despertó recuerdos nostálgicos, sino que también reflejó un error de cálculo en la política pública. Si bien es necesario educar sobre dietas equilibradas y controlar la publicidad, las medidas punitivas rara vez abordan problemas que tienen raíces culturales y logísticas profundas.
Los inicios de Boing!
La historia de Boing! se remonta a finales de los años 30, cuando Rafael Víctor Jiménez Zamudio fundó una pequeña empresa dedicada a la venta de paletas y agua embotellada. Sin embargo, Don Rafael siempre tuvo una visión más ambiciosa: crear bebidas refrescantes elaboradas con frutas reales. Así, la compañía estableció sus primeras instalaciones en los barrios de San Rafael y Tránsito en la Ciudad de México. Su primer gran éxito fue Pato Pascual, un refresco que se consideraba el primer soft drink 100% mexicano hecho con frutas.
En la década de 1950, la empresa lanzó Lulú, un producto dirigido a un mercado urbano en crecimiento que anhelaba calidad y sabor a un precio accesible. Para 1960, Pascual ya estaba en plena expansión, llegando a otros estados de México e incluso a Estados Unidos y Japón. En ese mismo año, introdujo Boing!, una bebida no carbonatada elaborada con pulpa natural y sin conservantes, que evocaba el amor de México por las aguas frescas.
Innovación y crisis laboral
En su búsqueda por la durabilidad y la innovación, Don Rafael estableció una alianza con la compañía sueca Tetra Pak, convirtiéndose en el primer y único productor en utilizar su icónico envase triangular. Sin embargo, la historia de Pascual no estuvo exenta de conflictos. En marzo de 1982, en medio de una crisis económica nacional, estalló una huelga liderada por los trabajadores de Pascual Boing debido a las precarias condiciones laborales.
Frustrados por turnos de 12 horas y la falta de apoyo, los empleados, con el respaldo del Partido de los Trabajadores Mexicanos, decidieron paralizar las plantas de la Ciudad de México. La situación se tornó violenta cuando, tras la decisión de Don Rafael de abrir fuego en contra de los manifestantes, resultaron muertos dos trabajadores y otros diecisiete resultaron heridos. Este evento desencadenó una ola de indignación pública que culminó en la creación de una cooperativa que permitió a los trabajadores tomar control de la producción.
La transformación hacia una cooperativa
En agosto de 1984, se llegó a un acuerdo histórico que dio origen a la Cooperativa Pascual. Los activos de Refrescos Pascual S.A. fueron transferidos a los trabajadores, quienes iniciaron el Proyecto Aguascalientes para reactivar la producción. Así, los trabajadores asumieron el control del proceso productivo, no eliminando la jerarquía, sino humanizándola a través de asambleas donde cada voz tenía un peso.
Hoy en día, la cooperativa emplea a 4,500 personas en varios estados mexicanos y se distingue en un sector dominado por multinacionales. Su modelo financiero prioriza el empleo y la accesibilidad sobre la maximización de beneficios, reinvirtiendo en sus miembros y en las comunidades agrícolas que apoyan.
Desafíos contemporáneos y la amenaza de la legislación
En los últimos años, Cooperativa Pascual ha enfrentado diversas iniciativas políticas que limitan el consumo de bebidas azucaradas. Desde la implementación de un impuesto en 2014, las ventas de Boing! se desplomaron un 50%. A pesar de los esfuerzos por mantener los empleos, nuevas imposiciones fiscales han complicado aún más la producción.
En marzo de 2025, el programa “Vida Saludable” del gobierno mexicano prohibió las bebidas azucaradas en todas las escuelas, lo que representa un golpe significativo para el mercado tradicional de Boing!. Además, en octubre de 2025, se aprobó un aumento drástico en el impuesto a la producción de bebidas azucaradas, lo que podría llevar a una reducción del 60% en las ventas de la marca, poniendo en riesgo su futuro y el de miles de trabajadores.
Reflexiones finales
Recientemente, al enterarme de que Boing! podría desaparecer debido a una legislación que aumentaba el precio de las bebidas azucaradas, sentí una profunda tristeza. Esta noticia no solo despertó recuerdos nostálgicos, sino que también reflejó un error de cálculo en la política pública. Si bien es necesario educar sobre dietas equilibradas y controlar la publicidad, las medidas punitivas rara vez abordan problemas que tienen raíces culturales y logísticas profundas.0
Recientemente, al enterarme de que Boing! podría desaparecer debido a una legislación que aumentaba el precio de las bebidas azucaradas, sentí una profunda tristeza. Esta noticia no solo despertó recuerdos nostálgicos, sino que también reflejó un error de cálculo en la política pública. Si bien es necesario educar sobre dietas equilibradas y controlar la publicidad, las medidas punitivas rara vez abordan problemas que tienen raíces culturales y logísticas profundas.1



