Ben & Jerry’s y Unilever: un conflicto por la libertad de expresión

El despido que sacudió el mundo del helado

La reciente controversia entre Ben & Jerry’s y su empresa matriz, Unilever, ha puesto de relieve las tensiones que existen entre el activismo social y las decisiones corporativas. Según una queja presentada en un tribunal federal de Nueva York, Ben & Jerry’s acusa a Unilever de despedir a su CEO, David Stever, por su compromiso con la misión social de la marca, en lugar de su desempeño laboral. Este despido, que se produjo en marzo de 2024, ha generado un debate sobre la libertad de expresión dentro de las grandes corporaciones y el papel que deben jugar en cuestiones sociales.

Unilever bajo la lupa

La queja de Ben & Jerry’s sostiene que Unilever ha amenazado a sus empleados, incluido Stever, para silenciar su activismo social. Este conflicto no es nuevo; desde que Ben & Jerry’s fue adquirida por Unilever en 2000, ha existido un acuerdo que permite a la marca mantener un consejo independiente para supervisar sus operaciones. Sin embargo, la reciente decisión de Unilever de despedir a Stever sin la aprobación de este consejo ha sido vista como una violación de ese acuerdo. La situación se complica aún más por el hecho de que, bajo la dirección de Stever, Ben & Jerry’s ha visto un crecimiento en sus ventas, superando incluso a otras marcas de helados de Unilever.

Activismo social y responsabilidad empresarial

La historia de Ben & Jerry’s está intrínsecamente ligada a su activismo social. Desde sus inicios, la marca ha sido vocal sobre diversas causas, incluyendo el apoyo a los refugiados palestinos y la oposición a la ayuda militar de EE. UU. a Israel. La queja presentada por Ben & Jerry’s también menciona intentos de Unilever de desmantelar su consejo independiente y limitar su capacidad para adoptar posiciones políticas. Este tipo de conflictos plantea preguntas importantes sobre la responsabilidad de las empresas en el ámbito social y cómo deben manejar sus relaciones con las marcas que poseen. La situación actual podría marcar un punto de inflexión en la forma en que las corporaciones abordan el activismo social y la libertad de expresión de sus empleados.