Apatía y desconfianza marcan las elecciones en Venezuela

El próximo domingo 25 de noviembre, Venezuela se enfrenta a un evento electoral que, más que entusiasmo, genera un aire de desconfianza y apatía entre su población. La percepción general es que se trata de unas «elecciones de fantasía», donde el resultado parece ya estar decidido antes de que se inicie la jornada. Este fenómeno no es nuevo, pero parece alcanzar un punto crítico, donde la participación se ve comprometida por la desilusión.

Un clima de desconfianza generalizada

La desconfianza en el proceso electoral es palpable. Según Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno, muchas personas sienten que su voto no tiene valor, que no será respetado. Esta sensación ha llevado a un rechazo considerable hacia el proceso electoral, donde el sufragio ya no se percibe como una herramienta de cambio. En este contexto, el doctor en Ciencia Política Andrés Cañizález añade que la gente se pregunta: «¿Para qué votar si ya conozco el resultado?». Esta pérdida del sentido del voto es preocupante, especialmente en un país que ha vivido una crisis política y social sin precedentes.

El impacto de las elecciones pasadas

El desánimo que rodea estas elecciones está intrínsecamente ligado a lo sucedido en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, donde se impuso un fraude monumental. Rafael Uzcátegui, sociólogo y defensor de derechos humanos, sostiene que el proyecto bolivariano ha mutado en uno que ignora la democracia. La crisis humanitaria que vive Venezuela, con casi ocho millones de ciudadanos en el exilio, ha dejado una huella imborrable en la psiquis colectiva. Como se puede imaginar, la no participación en estas elecciones se puede interpretar como una reacción natural ante la desconfianza hacia las autoridades que manipulan los resultados.

Expectativas de alta abstención

Se proyecta que la abstención en estos comicios podría alcanzar el 80%. Alarcón enfatiza que esta falta de participación es una de las expresiones más significativas de la jornada electoral. La rabia, la frustración y la desconfianza flotan en el ambiente, y muchos analistas coinciden en que la estrategia de la oposición, liderada por figuras como María Corina Machado, ha sido un factor determinante para desincentivar la participación. Machado ha instado a no votar hasta que no se reconozca la voluntad popular manifestada en las urnas en las elecciones anteriores.

La fragmentación de la oposición

A pesar de la notable desconfianza, algunos candidatos opositores estarán en la boleta. No obstante, el chavismo ha logrado fragmentar a la oposición, lo que, según los expertos, les permite mantener el control. La situación es compleja; incluso figuras históricas como Henrique Capriles, un símbolo de la oposición democrática, enfrentan un panorama difícil. Muchos todavía esperan que el reconocimiento internacional de los resultados de la elección presidencial anterior pueda influir en el futuro político del país. Pero, ¿será suficiente?

Una mirada al futuro

El ambiente es tenso. Las elecciones del 25 de noviembre no solo representan un evento político, sino un reflejo de la crisis social y económica que vive el país. Como se ha dicho, hay expectativas frustradas pero no ausentes. Muchas personas aguardan que el resultado de estas elecciones pueda ser reconocido, ya sea por la presión internacional o por otros factores. Sin embargo, la consolidación del régimen autoritario parece estar ganando terreno. En este contexto, el futuro de Venezuela es incierto, y las elecciones se presentan como un nuevo capítulo de una historia marcada por el desafío y la lucha por la democracia.