Antonio Barros se enamoró de la música desde su infancia. Nacido en 1930 en Queimadas, Paraíba, su vida estuvo marcada por la melodía y el ritmo. A los 14 años, tras la muerte de su madre, se mudó a Campina Grande, donde comenzó a forjar su camino musical. Desde entonces, cada día, montado en un jumento, regresaba al campo para ayudar a su padre, pero siempre con la música en su mente.
Los inicios musicales de Antonio Barros
Su pasión por la música lo llevó a frecuentar los casinos donde se presentaban cantores a capela. Un momento crucial fue cuando vio la película «Acordes de Un Coração», que le reveló que las canciones tienen autores. Así, inspirado, compuso su primera obra, que llevaba el mismo nombre del filme. Este fue el inicio de una carrera que lo llevaría a ser reconocido como uno de los grandes compositores de Brasil.
De Campina Grande a Recife
Barros se trasladó a Recife, donde se unió a la radio Jornal do Comércio, trabajando como pandeirista. Allí conoció a Jackson do Pandeiro, con quien formó una sólida amistad. Juntos, crearon la inolvidable «Baião do Bambolê», grabada en 1959, marcando el inicio de una prolífica carrera como compositor, con temas que resonarían en las voces de artistas como Marinês y Luiz Gonzaga.
Recorriendo el mundo a través de la música
Durante varios años, Barros trabajó como músico de navío, llevando su arte a diversas partes del mundo. Desde Europa hasta el Caribe, su talento como contrabajista y líder de conjunto lo hizo destacar en el ámbito musical internacional. En 1970, en Bahia, presentó uno de sus éxitos más grandes: «Procurando Tu», que se convirtió en un éxito radial y catapultó su carrera.
El amor y la música
El año siguiente, su vida personal dio un giro significativo al conocer a Mary Maciel Ribeiro, conocida como Cecéu. Su romance floreció rápidamente, convirtiéndose en matrimonio y en una exitosa colaboración musical. Juntos, crearon más de cien canciones, incluyendo éxitos que resonaron en la voz de artistas como Elba Ramalho y Ney Matogrosso. «Él era un hombre romántico, y nuestras canciones reflejaban esa alegría», recuerda Cecéu, quien también fue pieza clave en su proceso creativo.
Un legado imborrable
Fuera del escenario, Antonio Barros era conocido por su carácter tranquilo y su amor por las caminatas. Sin embargo, enfrentó desafíos personales; fue diagnosticado con Parkinson en sus últimos años. A pesar de esto, continuó viviendo con su esposa en João Pessoa, donde falleció el pasado 6 de abril a los 95 años. Su legado musical perdura, dejando un impacto imborrable en la historia de la música brasileña.
Reflexiones finales
La vida de Antonio Barros es un testimonio de cómo la pasión por la música puede cruzar fronteras y generaciones. A través de su trabajo, dejó una huella que muchos recordarán. Su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de seguir nuestros sueños y compartir nuestra voz con el mundo.