Recientemente, la jefa del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Marcela Figueroa Franco, compartió algunos datos que indican una caída en la tasa de homicidios en México. Pero, ¿realmente podemos celebrar este descenso como un avance significativo o es solo un espejismo mediático? Al profundizar en estas cifras, es fundamental mirar más allá de los números y entender las dinámicas que impulsan estos cambios.
Un vistazo a los números de homicidios
Durante la conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum, se reveló que el promedio de homicidios diarios en México había caído a 69.7 entre enero y julio de 2025. Esto representa una reducción del 15.9% en comparación con los 82.9 homicidios diarios en el mismo periodo de 2024. Sin duda, es el promedio más bajo para los primeros siete meses de cualquier año desde 2016. Pero, ¿qué contexto rodea a estos números?
Un dato que no podemos pasar por alto es que más de la mitad de los homicidios reportados se concentraron en solo siete estados. Esto nos lleva a pensar que la violencia no es un fenómeno uniforme; está geográficamente distribuida de manera desigual. Además, en los primeros siete meses de 2025 se registraron 14,769 homicidios, lo que nos lleva a cuestionar la eficacia de las políticas de seguridad en las regiones más afectadas. La notable disminución de homicidios en lugares como Guanajuato, donde la tasa de julio fue un 60.7% más baja que en febrero, podría atribuirse a eventos específicos, como la captura de líderes de organizaciones criminales. ¿Estamos realmente viendo un cambio sostenible?
Lecciones de éxitos y fracasos en la lucha contra el crimen
La estrategia del gobierno actual ha sido objeto de análisis constantes. El Ministro de Seguridad, Omar García, afirmó que se han realizado más de 29,000 arrestos por delitos de alto impacto desde que asumieron el cargo, lo que, según él, ha debilitado a las organizaciones criminales. Sin embargo, ¿realmente estas acciones generan una disminución durable de la criminalidad? La experiencia nos dice que la efectividad de estas medidas no siempre se traduce en resultados sostenibles a largo plazo.
En el ámbito tecnológico, hemos aprendido que la innovación en las estrategias es clave para el éxito. En el sector de la seguridad, un enfoque más integral y basado en datos podría ser el camino hacia la sostenibilidad. Por ejemplo, la implementación de inteligencia artificial para predecir y prevenir delitos ha mostrado resultados prometedores en varias ciudades del mundo. Sin embargo, ¿estamos aprovechando esta tecnología en México? Su adopción aún es bastante limitada.
Consejos prácticos para políticas efectivas
Las lecciones de este análisis son claras. Primero, es crucial que cualquier estrategia de seguridad no solo se enfoque en la represión del crimen, sino que también aborde las causas subyacentes, como la pobreza y la falta de oportunidades. Segundo, la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales. Los ciudadanos deben tener acceso a datos claros y precisos sobre la efectividad de las políticas implementadas. Finalmente, ¿cómo podemos lograr un entorno seguro y sostenible? La colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la sociedad civil es esencial.
Implementar una estrategia de seguridad centrada en la comunidad, que involucre a los ciudadanos en la identificación de problemas y la creación de soluciones, puede ser una forma muy efectiva de reducir la violencia a largo plazo. Como hemos visto en otros contextos, el cambio cultural es un componente crítico para lograr una disminución real en los índices de criminalidad.
Conclusiones y recomendaciones
La disminución de homicidios en México es un tema complejo que merece un enfoque matizado y basado en datos. Aunque los números recientes son esperanzadores, es fundamental no caer en la complacencia. La historia nos ha enseñado que los avances en la lucha contra el crimen pueden ser frágiles y temporales. Por ello, es esencial que las políticas de seguridad se revisen y adapten continuamente a las necesidades cambiantes de la sociedad. Las decisiones estratégicas deben basarse en datos concretos y evaluaciones rigurosas, no en modas pasajeras o soluciones rápidas.
En resumen, la clave para una reducción sostenible de la violencia radica en un enfoque integral que combine la represión del crimen con el desarrollo social y la participación comunitaria. ¿Estamos listos para trabajar juntos y asegurarnos de que los avances logrados no sean solo una ilusión temporal?



