Recientemente, México ha logrado avanzar un puesto en el ranking de competitividad global 2025, elaborado por el Instituto para el Desarrollo de la Gestión (IMD) de Suiza. Pero, ¿realmente este salto del puesto 56 al 55 es motivo de celebración? A primera vista, podría parecer que sí, pero al analizar los datos subyacentes, nos damos cuenta de que aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar un desarrollo económico sostenible y robusto.
Análisis de los números detrás del ranking
El IMD nos dice que este ranking no se basa únicamente en indicadores económicos como el PIB o la tasa de empleo. La competitividad de una economía es un concepto multifacético que abarca factores políticos, sociales y culturales. En este sentido, México se sitúa en el puesto 39 en rendimiento económico. Destaca en empleo (puesto 9) y economía doméstica (puesto 30), pero enfrenta serios desafíos en comercio internacional (puesto 52) y precios (puesto 55). Aunque ha mejorado cinco posiciones en comercio internacional respecto a 2024, ¿es esto suficiente para considerarlo un éxito rotundo?
Además, el informe señala que la eficiencia gubernamental de México es un área preocupante, ocupando el puesto 62 en general. A pesar de destacarse en política fiscal (puesto 23), las deficiencias en el marco institucional y la legislación empresarial (ambos en el puesto 62) son banderas rojas que no podemos ignorar. Estos datos sugieren que el ecosistema empresarial necesita una reformulación profunda para crear un entorno más propicio para el crecimiento.
Lecciones de casos de éxito y fracaso
He visto demasiadas startups caer en la trampa de pensar que un pequeño avance en métricas es sinónimo de éxito a largo plazo. Miremos a Brasil y Argentina, que, aunque están por debajo de México en el ranking, tienen sus propios desafíos económicos y políticos que afectan su competitividad. Aquí es donde los emprendedores y líderes de negocio en México deben entender la importancia de construir un product-market fit sólido y sostenible. Las startups que solo se enfocan en un crecimiento rápido, sin considerar la viabilidad a largo plazo, a menudo terminan atrapadas en un ciclo de burn rate elevado y churn rate alarmante.
Un caso notable son las empresas tecnológicas que han surgido en México en los últimos años. Aunque algunas han logrado captar inversión y escalar, muchas enfrentan el dilema de contar con una infraestructura inadecuada y la falta de políticas que fomenten la innovación. Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente a la que se presenta en la superficie y es esencial desentrañarlos para entender el verdadero estado del ecosistema empresarial.
Desafíos y recomendaciones para un crecimiento sostenido
Según el informe del IMD, para que México mejore su competitividad, necesita capitalizar la política económica de EE. UU. y fortalecer su mercado interno, lo que implica innovar y facilitar el nearshoring. Este reto no solo recae en las políticas gubernamentales, sino también en cómo las empresas pueden adaptarse y evolucionar en un entorno cambiante. Además, se requiere de reformas estructurales en educación y energías limpias, áreas donde la inversión y la mejora son cruciales para lograr un crecimiento del PIB sostenido del 2 al 3% en el futuro.
No obstante, la proyección actual es de un crecimiento entre el 0 y el 0.2% para 2025, lo que subraya la urgencia de actuar. Las empresas deben enfocarse en mejorar su infraestructura logística y fortalecer sus relaciones internacionales. Esto no solo permitirá un crecimiento más robusto, sino que también mejorará la posición competitiva de México en el escenario global.
Conclusiones y pasos a seguir
En resumen, aunque México ha registrado una mejora en su clasificación de competitividad, los datos indican que aún queda un largo camino por recorrer. La clave para fundadores y gerentes de producto es entender que no se trata solo de alcanzar un nuevo puesto en un ranking, sino de construir un modelo de negocio sostenible y resiliente. Es vital adoptar un enfoque basado en datos, priorizando el product-market fit y la reducción del churn rate, mientras se trabaja en la mejora de la infraestructura y la legislación empresarial. Solo así, México podrá avanzar de manera efectiva hacia una competitividad real y duradera.