Las elecciones en Honduras, celebradas el 30 de noviembre, han generado controversias y alegaciones de manipulación electoral. La intervención del expresidente estadounidense Donald Trump fue notable, ya que amenazó con represalias si no se lograba la victoria de su candidato preferido. La candidata del partido Libertad y Refundación (LIBRE), Rixi Moncada, se ubicó en un distante tercer lugar, en medio de quejas sobre el recuento de votos.
Desde el siglo XIX, Honduras ha estado influenciada por los Estados Unidos, desde las actividades de aventureros como William Walker hasta la creación de un bipartidismo al estilo estadounidense en la década de 1980. Esta influencia se evidenció en el golpe de Estado de 2009, donde el presidente Manuel Zelaya fue derrocado, alegando que buscaba un segundo mandato inconstitucional. Sin embargo, su verdadero desafío a las élites locales fue el motivo detrás de su destitución.
La resistencia y la formación de LIBRE
Tras el golpe, emergió un movimiento de resistencia que congregó a sindicatos, organizaciones indígenas y grupos feministas, todos unidos contra lo que se ha denominado una narcodictadura del Partido Nacional, que ha ganado elecciones bajo un manto de sospecha. En este contexto, el partido LIBRE fue fundado por Zelaya, quien sigue siendo su figura central. Este partido logró una victoria presidencial en 2025, con más del 50% de los votos, llevando al poder a su esposa, Xiomara Castro.
No obstante, cuatro años después, el panorama se ha oscurecido. Las expectativas de cambio se han visto frustradas; muchos proyectos de Castro han fracasado debido a la falta de apoyo en el Congreso. Las promesas de transformación chocaron con la realidad de un partido que, como sus predecesores, ha enfrentado acusaciones de corrupción y vínculos con cárteles de drogas. La inclusión de familiares de Zelaya en el gobierno también ha generado críticas.
Desilusión y reacciones tras las elecciones
Las recientes elecciones dejaron un sabor amargo entre los seguidores de LIBRE. A pesar de haber llegado al poder con esperanzas de cambio, el partido no logró consolidar su discurso frente a los ataques mediáticos ni a la oposición conservadora. La decepción fue palpable en las calles de Tegucigalpa y San Pedro Sula, donde el silencio tras las elecciones fue abrumador. El regreso de viejas fuerzas políticas es un claro recordatorio de que el sistema bipartidista sigue intacto.
El Partido Nacional, liderado por Nasry Asfura, ha logrado mantenerse en la palestra, enfrentando a Salvador Nasralla, del Partido Liberal, en una contienda muy reñida. Ambos partidos, históricamente alineados con los intereses estadounidenses, han sabido manipular el miedo a un cambio radical, evocando la imagen de países como Venezuela y Cuba para deslegitimar a sus adversarios.
Desafíos futuros y la lucha por la democracia
La situación en Honduras se complica aún más con la posibilidad de un retorno de Juan Orlando Hernández, quien fue indultado por Trump. La presidenta Castro ha alertado sobre un posible golpe de Estado en su contra, instando a la movilización popular para defender la democracia. Esta advertencia subraya la fragilidad del sistema político en el país, donde las amenazas a la gobernabilidad son constantes.
A pesar de las acusaciones de fraude y manipulación electoral, los observadores internacionales no encontraron evidencia de un fraude organizado. Sin embargo, el proceso electoral estuvo marcado por irregularidades, lo que ha alimentado la desconfianza entre los votantes. La participación electoral cayó significativamente, del 68% al 51%, lo que refleja un descontento generalizado hacia los partidos tradicionales.
El futuro de LIBRE y la izquierda en Honduras
El futuro de LIBRE es incierto; deberá enfrentar el desafío de reconstruir su base y procesar la derrota electoral. Con un apoyo reducido a su núcleo duro del 20% de los votantes, la necesidad de nuevas voces y líderes es apremiante. El expresidente Zelaya, aunque figura central, podría no ser suficiente para unir a una izquierda fragmentada que busca desafiar al antiguo orden.
La clave para el futuro de Honduras dependerá de cómo LIBRE maneje esta situación y si logra revitalizar su propuesta ante un sistema que ha demostrado ser resistente a los cambios. La lucha por la democracia en Honduras continúa, y el tiempo dirá si se transforma en una oportunidad de renovación o si se hunde en la desesperanza.


